La belleza y los aeropuertos están condenados a entenderse. Y sé de lo que hablo porque me he pasado la mitad del mes de mayo entre Barajas, Orly, Gatwick y Malpensa. Los viajes de curro, como ya he explicado en alguna ocasión, no suelen ser visitas guiadas por la ciudad en cuestión, descubriendo rincones secretos y demás. No. Son más del tipo: madrugón, taxi a Barajas, dos horas de retraso en el despegue (“recuperaremos algo del tiempo perdido durante el vuelo”, asegura el piloto con voz metálica), aterrizaje, tránsfer al hotel a la carrera (que ya vamos tarde), check-in, presentación de tal o cual marca, comida con el equipo de marketing y miniván de vuelta al avión, exhausto porque a los españoles, más que madrugar, lo que de verdad nos cansa es hablar en inglés. Vamos, que sabes que estás en otra ciudad porque no entiendes a la gente y porque a las 12:30 h. estás comiendo. Pero a lo que voy, que los aeropuertos son como un gran laboratorio donde las firmas cosméticas estrenan sus novedades en forma de pre-lanzamiento y así comprueban de primera mano cómo funcionan en el mundo real. Y los despistados pasajeros se convierten en cobayas de la beauty sin apenas darse cuenta. Así, puedes adquirir la última creación olfativa de una casa de perfumes, que luego no encontrarás en tu punto de venta habitual porque no saldrá al mercado hasta dentro de un mes. Es lógico. Los aeropuertos son superficies enormes por las que pasan millones de personas todos los días. Además, como ni un solo vuelo sale a su hora, los turistas disponen de un montón de tiempo libre para dejarse la tiza en diversos artículos. Llegados a este punto, yo me pregunto, ¿no serán las marcas cosméticas las que sistemáticamente retrasan las salidas de los aviones para así darnos más tiempo para comprar sus productos? Ahí lo dejo.

Y todo esto sucede en ese sindiós de proporciones que es un aeropuerto. En sus tiendas, la armonía no se estila. Aquí la simetría no tiene cabida. Si no, ¿como te explicas que al lado de una talla mini de desodorante se yerga altivo un Toblerone del tamaño de mi brazo? ¿Acaso alguien piensa que son más peligrosos 150 ml de Chanel Nº5 que 400 gr de delicioso chocolate blanco suizo con miel y almendras? No sé lo que pensarán los de seguridad que, por cierto, ya me están cacheando e invitándome a abrir la maleta, pero ya os adelanto que Dory Sánchez, mi esteticista dental (www.clinicarosales.com), no opina lo mismo. Pasado el control, me acerco a una pantalla que anuncia que mi vuelo está delayed. Os dejo, que voy a ver si mato el tiempo comprando algo. Buen viaje.

8 Comentarios

  • GranT
    Posted 7 June, 2013 11:33 am 0Likes

    Toblerone con miel…

  • Nero Beauty
    Posted 7 June, 2013 12:23 pm 0Likes

    Menos mal que últimamente no viajo tanto…
    Soy la clienta "number one" de los duty free, y ya he perdido algún avión por estar de compras, jaja.¡Un desastre total!

  • Ines Rocha
    Posted 7 June, 2013 1:03 pm 0Likes

    A que me suena……???

  • Maria Luisa
    Posted 7 June, 2013 9:51 pm 0Likes

    Un toblerone en vena !!
    besos

  • Marina Martín
    Posted 9 June, 2013 10:27 am 0Likes

    jajaja muy bueno. Interesantes reflexiones.
    Un saludo

  • Marina Martín
    Posted 9 June, 2013 10:28 am 0Likes

    jajaja muy bueno. Interesantes reflexiones.
    Un saludo

  • Tamara
    Posted 11 June, 2013 9:21 pm 0Likes
  • King of Pop
    Posted 28 June, 2013 11:31 am 0Likes

    Precisamente el otro día me acordé de tu publicación, al pasar por la T1. No solamente las marcas cosméticas retrasan las salidas de los aviones, sino que modifican las instalaciones aeroportuarias. Paseando a la espera de mi vuelo demorado llegué a un pasillo que antes no era tal, el camino había sido modificado por "obras" y dicho pasillo te obligaba a cruzar literalmente una tienda montada de manera improvisada, con productos cosméticos y fragancias a ambos lados…

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