BELLEZA EN VANO: Los puntos negros, por JUAN LUIS CANO

Estaba yo el otro día aplicándome a una de mis aficiones favoritas, la cocina, pochando unas chalotas para hacer una bechamel, cuando escuché de fondo que decían en la tele no sé qué de los puntos negros. Inmediatamente abandoné a su suerte a la sartén y corrí por el pasillo hacia el salón-comedor para no perderme detalle de la información que estaban ofreciendo en aquel canal. Por supuesto, habiendo volcado mi bagaje profesional al mundo del periodismo de belleza como he hecho, tengo que estar a la última en cuanto a novedades se refiere, así que aquello no se me podía escapar.

Cual no sería mi disgusto cuando comprobé que los puntos negros a los que se refería el reportaje no eran los que salen en la cara y la frente por la acumulación de grasa y porquería, sino a aquellos emplazamientos que por su trazado, ubicación o estado, causan mayor número de accidentes en las carreteras españolas. Bueno, qué le íbamos a hacer. Era también una información interesante, pero de difícil encaje en un blog como éste.
A mi, es que, lo de los puntos negros me tiene “quemao” ¿Por qué salen? Yo soy un hombre limpio. Les juro que me ducho todos los días y con jabón. Pues nada, que me salen puntos negros como champiñones. Y no es que sea yo una persona de esas que sudan, que va. Todo lo contrario, si parece que tengo taponados los poros. Sudo poquísimo. Pues nada, que me salen puntos negros en la cara. Ya sé que hay unas cremas que se llaman exfoliantes, que ayudan a limpiar el cutis y tal. Como no lo voy a saber, si por culpa de una crema de esas y mi despiste natural, me quemé la cara durante un viaje de esquí a los Pirineos. Resulta que yo vi una crema en el neceser y di por hecho que era de esas cremas antidisturbios que protegen para no quemarte. Me embadurné la jeta abundantemente, varias veces al día para evitar que el efecto del sol en la nieve y su refulgencia achicharraran mi cutis. Pues bien, al llegar de nuevo al hotel comprobé entristecido y preocupado que se me había puesto la cara como un pimiento del piquillo: Más rojo que Carrillo. Se lo comenté a mi mujer, quien con buen criterio, me dijo que me diera más, así que al día siguiente seguí sus instrucciones ¡Oh, tristeza! ¡Oh campos de soledad, mustios collados!

La rojez de mi rostro aumentó y apenas podía mirarme, porque el solo roce de una mirada me provocaba u tremendo escozor. Mi fiel y amante esposa me preguntó al fin: ¿Qué crema te estás echando? Y yo se la enseñé convencido de que el problema estaba en la calidad de ésta. Pero no. La crema debía de ser cojonuda, pero para otra cosa. Era una exfoliante, no una de protección. Cuento todo esto para decir que las cremas exfoliantes deben de ser muy buenas para que no te salgan puntos negros, pero, desde luego para proteger contra el sol, no. Que quede claro, duela a quien duela.
Por cierto, que me han regalado una crema exfoliante para los pies. Cuando la vi no daba crédito. Os lo juro. Exfoliante de pies ¿Pero es que también en los pinreles salen puntos negros? Y si salen ¿Quién los ve? Señoras y señores, está todo fatal.