Veo unas imágenes en televisión que me impactan y me asquean. Se trata de un reportaje sobre el tratamiento de los residuos urbanos que tiramos al WC. Los trabajadores tienen que luchar contra montañas de tisúes (toallitas húmedas para asearnos el trasero propio o el de los bebés, limpiarnos las manos por “ahorrar agua y jabón” o usar las nuevas mascarillas unidosis para revitalizar la piel en 10 minutos, por ejemplo), para desatascar una depuradora. Y cuando digo montañas, son eso, toneladas de toallitas de todo tipo y condición, como la mole que se acumuló en Valencia hace poco más de un año que tenía unas dimensiones estratosféricas: un kilómetro de largo y más de 1.000 toneladas de peso.

En 2017, en toda España fueron más de 2.800.000 kilos de este tipo de residuos los que hubo que retirar, según la Asociación de Operadores de Residuos AEAS (repito, dos millones ochocientos mil kilos), lo que genera unos gastos de gestión de más de 200 millones de euros al año. Una pasta que se podía emplear en otros menesteres si todos fuéramos más conscientes de lo que tiramos por la taza del váter. Mientras que el papel higiénico o los kleenex de toda la vida se deshacen en pocas horas en el agua, las siniestras toallitas húmedas en cualquiera de sus formatos, compuestas básicamente de celulosa, poliéster y termoplásticos (estos son los malos de verdad), “se crean, pero no se destruyen”, y en vez de biodegradarse, se convierten en microplásticos (que entran de lleno en la cadena trófica o alimenticia y los ingieren todos los animales: peces, aves y mamíferos –los humanos pertenecemos a esta última especie y ya se han encontrado “trazas” de estas diminutas partículas en las heces-). Además de no desaparecer ni a tiros, van absorbiendo todos los compuestos sintéticos y naturales que encuentran en su camino, provocando incidencias medioambientales que la mayoría de las veces permanecen ocultas en las cloacas, las depuradoras o los colectores, pero que cada vez más se dejan ver provocando imágenes dantescas como la ocurrida en las playas de Sant Josep de Talia (Ibiza, Baleares), cuyas turquesas aguas y amelocotonadas arenas aparecieron un buen día cubiertas de mierda y tisúes a medio deshacer. El colector se había atascado y desbordado, esparciendo “caca” por todos lados. ¡¡¡¿Qué asco, no?!!!

¿Y qué podemos hacer para evitar vivir entre residuos de porquería? Primero y fundamental: vigilar lo que tiramos al retrete. Ni toallitas para limpiarse el trasero o cualquier otra parte del cuerpo, ni mascarillas de tejido, ni nada que contenga celulosa mezclada con otros compuestos plásticos. Todo eso, tiene que ir a la basura, concretamente al contenedor naranja. Un gesto ecológico que no cuesta absolutamente nada y que ahorra mucho dinero y daños ambientales. Segundo, si practicas el multimasking, una moda generada con la irrupción de las mascarillas unidosis de tejido impregnadas de principios activos repletos de beneficios –que dicho sea de paso funcionan de maravilla-, además de tener una piel impecable puedes cuidar del planeta utilizando mascarillas de tejido biodegradables al 100%. Como la que acaba de lanzar The Body Shop (marca que adoro por su respeto a la Naturaleza y a las personas). Se trata de la Youth Concentrate Sheet Mask (5€) la primera mascarilla de este tipo biodegradable en compost (en 42 días se desintegra en residuos orgánicos), que refresca, hidrata y nutre la piel en 15 minutos. Elaborada con pulpa de madera de fuentes renovables, es transpirable y está empapada en una fórmula hidratante  a base de células madre vegetales de edelweiss de los Alpes italianos y cardo e hinojo marinos de las costas de Bretaña. Es tan cómoda como una segunda piel y te la puedes aplicar mientras ves la tele, viajas en avión, vas en el coche, antes de un evento especial o cuando necesites proporcionarle a tu cutis un extra de hidratación y juventud. Siempre sobre la piel limpia y dejándola actuar unos 15 minutos. Eso sí, después de usarla, tírala en el cubo de reciclaje orgánico para que se biodegrade sin dejar ni rastro de contaminación. Yo, la he estado usando mientras escribía este post. Y sí, me noto la piel más fresca, reafirmada, elástica y saludable. Así me mola a mí la belleza, natural y verde. Como mi corazón.

2 Comentarios

  • angeles
    Posted 20 February, 2019 1:35 pm 0Likes

    Siempre digo en casa que el retrete no es una papelera y por supuesto en mi casa no se tira nada de eso, excepto el papel higiénico.

  • M Angeles Guerra Rodriguez
    Posted 24 February, 2019 12:59 am 0Likes

    Las toallitas siempre a la basura.
    Besitos

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