En estos tiempos en los que el jabón se ha convertido en un producto de primerísima necesidad (siempre lo ha sido pero el covid ha multiplicado la frecuencia de uso a límites que nunca hubiésemos sospechado) tenemos ofertas para todos los gustos. Hay quien es más de “pastilla” y quien prefiere el gel “porque resulta más higiénico”. En cualquier caso, el jabón vive su época dorada y desde hacía tiempo me rondaba la idea de escribir un post sobre jabones. Iba a hacerlo pero al recibir uno muy especial (para mí) decidí dedicarle un post a él solo. 

¿Un post a una simple pastilla de jabón? Pues sí, porque cuando hace unos días recibí esta pastilla de jabón gigante sentí una mezcla de tristeza y de nostalgia porque hace años compré uno parecido en la ciudad en la que se fabrica, en Aleppo. Fue durante un maravilloso viaje a Siria, poco tiempo antes de que estallase la barbarie en el país. Recuerdo la visita a la espectacular mezquita de los Omeyas en Damasco, el recorrido por las calles de Aleppo, la impresionante cena en Palmira o la excursión a Maalula, una de las pocas ciudades (había tres en el mundo) en las que su población hablaba arameo como lengua principal,… Fue un viaje muy especial, no solo por el destino y la compañía sino por las mil peripecias que vivimos allí: un fallo en el tren de aterrizaje de uno de los aviones (que afortunadamente nunca llegó a despegar, de haberlo hecho seguramente no estaría escribiendo este post); la noche que pasamos en la sala VIP (por llamarla de alguna manera) del aeropuerto de Damasco; la avería del autobús en el desierto a pocos kilometros de otra guerra,… También hubo risas, muchas, pero eso era lo habitual en los viajes de prensa.

En la entrada al templo de Palmira (Siria)

 

Todos esas imágenes, y muchas más de aquel viaje,  pasaron por mi cabeza al abrir el paquete y descubrir el jabón de Aleppo de Zhenobya, una marca que elabora este jabón vegano y 100% natural siguiendo el método tradicional de esta ciudad siria, en una de las dos únicas fábricas que han sobrevivido a la guerra civil que ha asolado el país en los últimos años. En esta fábrica, que da trabajo a unas cuarenta familias, se elabora el famoso jabón de Aleppo, uno de los más antiguos del mundo y del que existen referencias históricas desde el año 800 antes de Cristo. Se dice, y allí nos lo contaron también, que es el precursor del igualmente famoso jabón de Castilla ya que los caballeros cristianos que volvieron a España tras hacer las Cruzadas en aquellas tierras lo hicieron con su receta.

En el desierto sirio

 

Una receta tan sencilla como efectiva. Únicamente lleva aceite de oliva, aceite de laurel e hidróxido sódico (también conocido como “sosa caústica”). El aceite de oliva favorece la autoregeneración de la piel mientras que el de laurel, gracias a su efecto antiséptico, limpia los poros en profundidad al tiempo que previene la sequedad, el envejecimiento prematuro y los malos olores. Además, gracias a su PH 8/9 protege la barrera hidrolipídica y está recomendado para tratar problemas cutáneos como el acné, la psoriasis o los eccemas. 

En Zhenobya lo elaboran a mano de la manera tradicional y en diferentes concentraciones (cuanto más aceite de laurel lleva, mayor es su poder antiséptico, el que yo tengo tiene una concentración del 6%). Lo mejor, que mantiene intactas sus propiedades y su aroma durante años. En cuanto a sus usos, puede emplearse tanto en el rostro, como en el cuerpo, el cabello e incluso como “jabón” de afeitar. Su precio, 5,99 € y se vende en farmacias, herbolarios y tiendas de cosmética ecológica. 

1 Comentarios

  • angeles
    Posted 1 December, 2020 9:01 pm 0Likes

    Me encanta, nunca me puedo resistir a comprar jabones naturales.

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