El moreno, tal como lo concebíamos hasta ahora, ha muerto. Lo advierten todos los expertos. ¿Cómo? Sencillamente porque las cifras de cáncer de piel se han disparado y el 90% de ellos está provocado por la falta de cultura solar, una asignatura que hay que volver a reaprender.

El bronceado sano no existe”, mantiene Isabel Aldanondo, Jefa de Dermatología del Hospital Quiron San José. La afirmación es tan tajante, que da miedo; contraviene nuestros hábitos solares y los revuelca en la duda ¿tenemos que renunciar a la playa, a la tumbona, a los paseos a la orilla del mar, al senderismo o las actividades al aire libre a pesar de que nos embadurnemos con fotoprotectores de última generación, usemos gafas de óptica avanzada, sombreros de ala ancha o prendas con FPU? No, después del susto científico, de esas voces de alarma que cada año muestran una arista desconocida hasta ahora sobre la radiación solar, no queda otro remedio que reflexionar sobre cómo tomar del sol la energía que da la vida sin incluir en el paquete lo que resta no solo belleza y juventud a la piel, sino su salud. Una difícil ecuación repleta de incógnitas por despejar pero con un claro objetivo: ir en busca del dorado pertrechados con todas las herramientas que la ciencia nos proporciona, desde los nuevos filtros y texturas solares, hasta el conocimiento de el nuevo vocabulario solar, que va más allá del SPF, los rayos UVA o UVB y  que incluye términos como luz visible, radiación infrarroja, E-Eye, FPU, antioxidantes o biosostenibilidad.  Alcanzar el graduado solar pasa por enmendar los errores y someterse a la sabiduría de los expertos sin caer en la vaguería o la prepotencia frente al astro rey.

El suspenso en cultura solar es consentido y manifiesto. Según los datos del informe “Buenos hábitos al Sol de Heliocare 2018” -realizado por Cantabria Labs entre más de 3.700 españoles-, casi el  98% da la población es consciente de que los malos hábitos a la hora de exponerse al sol pueden derivar en un cáncer de piel. Sin embargo, el 94%  solo utiliza fotoprotectores cuando está de vacaciones en la playa o la montaña y no, por ejemplo, cuando realiza actividades al aire libre. Lo peor es que el 40% no los reaplica a la largo de la jornada. Los que suspenden de forma recalcitrante son los jóvenes menores de 18 años y los hombres. Las mujeres son más aplicadas, casi un 25% incluye en su rutina diaria el uso de filtros solares, estén o no de asueto laboral. Pero el suspenso no es únicamente nacional, según la Skin Cancer Foundation, 1 de cada 25 varones blancos desarrollarán un melanoma; mientras que en las féminas este mal solo alcanzará a 1 de 42. La soberbia humana frente al sol es preocupante, ya que la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología ) y todas las instituciones mundiales del mismo ámbito no se cansan de exponer año tras año que el 90% de los casos de cáncer de piel son inducidos por la exposición a la radiación solar. Más claro: se pueden evitar.

Quizás sea una cuestión inherente a la raza humana avanzada, pero lo cierto es que cuanto más conocemos, más hacemos por ignorar lo que a priori nos parece un castigo. Con la cultura solar es lo que ocurre, sabemos que nos tenemos que proteger y poseemos las herramientas para alcanzar el dorado, pero lo hacemos rematadamente mal. Nos pertrechamos con una batería de cosmética solar, con unas gafas polarizadas, una pamela a juego con el traje de baño, la bolsa un el pareo. Nos montamos el arsenal solar y ya nos sentimos liberados de las cadenas de la protección. Sin embargo, los casos de cáncer de piel son cada día más numerosos y se dan a edades más tempranas. ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué somos tan reincidentes y seguimos tropezando con la misma piedra año tras año? Quizás porque no somos conscientes de que estamos haciendo las cosas a medias o directamente mal. Los expertos no se cansan de repetir que seguimos cometiendo errores garrafales. “Uno de los más frecuentes, afirma la dermatóloga Isabel Aldanondo, es creer que el fotoprotector es una pantalla total que nos libera de cualquier riesgo. Algo absolutamente falso ya que no hay ningún filtro capaz de protegernos contra todo el espectro UV. Esto da una falsa sensación de seguridad y nos exponemos al sol más tiempo y a horas más peligrosas”. Es curioso el hecho de que ya sean muchas las voces expertas que no tienen reparos en afirmar “que el uso de fotoprotectores tan elevados podrían incluso aumentar la incidencia del cáncer de piel cuando la población los emplea de forma inadecuada”. Cuestión que corrobora Adam Geyer, dermatólogo norteamericano experto en oncología cutánea y asesor de los laboratorios Khiel’s, más allá del mal uso de las fórmulas fotoprotectoras, “se está estudiando la posibilidad de que algunos filtros puedan tener un efecto perjudicial debido a que alguno de sus principios activos, una vez que son absorbidos por la piel, produzcan en su interior radicales libres”. Que si alguien aun no lo sabe, desestabilizan cualquier célula que se encuentran a su paso y las de la piel no son ninguna excepción.

Las reflexiones solares de la comunidad científica y el aumento de problemas de salud derivados de la exposición al sol no acaban aquí. “Es un hecho, insiste Geyer, que el número de individuos con cáncer de piel sigue aumentando a pesar de que también se ha elevado el uso de filtros solares. La mayoría de los que nos dedicamos al campo de la dermatología estamos convencidos que se debe a la combinación del aumento de la radiación UV provocada por la situación de la capa de ozono y también al aumento de la exposición a contaminantes ambientales, los conocidos como disruptores hormonales, que desencadenan los radicales libres; sin olvidar que también hay una mayor vigilancia y detección precoz de los cánceres cutáneos gracias a la campaña de concienciación que se está realizando en el mundo entero”.

En el ranking de malas prácticas también se incluyen los siguientes gestos; “usar el fotoprotector en cantidad insuficiente – 2mg.por cm2 de piel-, lo que se traduce en un SPF muy por debajo del que está etiquetado en el embalaje”. Nos quedamos cortitos en la cantidad, “pero además, alega la dermatóloga María Vitale, directora médica de Cantabria Labs, no lo reaplicamos cuando debemos, cada 2 horas (si no nos bañamos o sudamos en exceso, porque entonces hay que adelantar el gesto).” La cosa es que las moléculas que forman el escudo antisolar tienen una estabilidad limitada a 120 minutos, a partir de ese tiempo, su protección prácticamente desaparece. Y hay más, seguimos exponiéndonos al sol en las horas más dañinas “en España entre las 11 y las 17 horas”. En esos momentos, la mejor forma de tomar el sol es ponerse a la sombra. Y quizás lo más preocupante, es que aún no somos capaces de administrar nuestro capital solar (determinado por la genética de nuestra piel y sin capacidad de rescate posible). Se calcula que un español ya no tiene ni gota de tan preciado tesoro cuando alcanza la mayoría de edad, a los 18 años. Hay que saber administrar desde niños lo que tenemos. “Los menores de 6 meses no deben usar filtros solares ni exponerse a la luz solar directa en ningún caso, comenta la experta. A partir de esa edad, pueden emplearse filtros solares pediátricos, siempre bajo prescripción médica. Aun así, la literatura científica prohíbe explícitamente la exposición solar  en menores de 2 años.” Todos sabemos que esto es misión imposible “ya que no se puede mantener a un niño alejado del sol durante 24 meses, y más si hay playas o piscinas de por medio, pero existen muchas herramientas para protegerlos a las que la gente no suele recurrir”.

Una de las más útiles es la fotoprotección UPF, que son las siglas que miden la capacidad fotoprotección de un tejido, el filtro que se viste. Las prendas con este tipo de filtro solar tienen que haber pasado los test de calidad pertinente y este dato debe figurar en el etiquetado. Son un recurso perfecto para cubrir las inquietas pieles infantiles, las afectadas por fotoalergias o fototoxias, las que son candidatas al melanoma  aquellas que por edad o coquetería huyen de las manchas y las arrugas; “desde mi punto de vista, afirma la dermatóloga Isabel Aldanondo, la ropa fotoprotectora es más fiable que los filtros tópicos, ya que solo hay que ponerse la prenda para estar protegido y no entran en juego variables como la de aplicar la cantidad suficiente de producto, reaplicarlo frecuentemente, estar mucho tiempo en el agua, el sudor,….”. Un hábito bastante fácil de realizar ya que estas prendas ya se venden en las grandes tiendas dedicadas al deporte y a un precio tan asequible como el de un traje de baño tradicional. Una de las grandes novedades del último lustro ha sido la aparición de aditivos que se añaden a el detergente del lavado de la ropa, que aumentan la fotoprotección de las prendas de vestir convencionales (siempre que sean de fibras naturales: algodón, lino, lana fría, etc.) hasta un 30 SPF, cuando una camiseta de algodón tradicional solo alcanza el 5 SPF. “Son productos muy útiles y fiables, argumenta María Vitale, que añaden a las fibras un filtro solar  biodegradable y absolutamente inocuo denominado Tinosorb y están avalados por la Skin Cancer Foundation”. El más conocido es el SunGuard, que se vende en sobrecitos de 25 gr. Que se añaden directamente a la cubeta del jabón y confiere a las prendas una fotoprotección que permanece hasta 20 lavados. En España no está a la venta, pero se puede adquirir por internet por 49 $, 12 sobres.

A punto de alcanzar el limbo del bronceado controlado y sano, cuando se habían ya desmenuzado los daños de los rayos UV-A, los UV-B y los laboratorios manejaban filtros físicos y químicos cada vez más eficaces y resistentes a la fotodegradación,  en el 2008 la ciencia nos da una nueva sorpresa cuando  un estudio llevado a cabo en la Universidad de Dusseldorf demostró por primera vez en un test in vivo los daños de la radiación infrarroja A-, “se descubre, alega Montserrat Pérez López dermatóloga de la Clínica Dermatológica Moragas, que la radiación de infrarrojo tipo A (más conocida como IR-A), también produce daños en la piel”. Sí, el calorcito solar, al que nadie encontraba más defecto que el sudar en exceso, resulta que se ha convertido en otro villano al que vigilar. “La radiación infrarroja supone el 56% de las radiaciones que recibimos, explica la dermatóloga María Vitale, estas radiaciones aceleran el fotoenvejecimiento cutáneo al agravar los efectos de la radiación UVA/UVB, degradando los fibroblastos, responsables de la formación y mantenimiento de las fibras de colágeno y elastina”. Como la Luz Visible, otra mala en la película, cuya incidencia sobre la aparición de manchas y el melasma quedó patente tras un estudio realizado por las fotodermatólogas de la Sociedad Brasileña de Dermatología (BSD) Ana Carolina Handel y Luciane Bartli Miot.

La principal diferencia entre las radiaciones UVA/UVB frente a los IR-A, corrobora la doctora Pérez López, está en que éstos últimos no se conforman con llegar hasta la dermis o quemar la epidermis, sino que penetran hasta la capa más profunda de la piel, la hipodermis” Veredicto: su capacidad de fotoenvejecer la piel es mayor. Por decirlo de un modo más gráfico, se cargan las fibras de colágeno más ocultas y las arrugas son más profundas y la flacidez más patente. Y eso por citar alguno de los tentáculos del fotoenvejecimiento porque los IR-A no son precisamente bondadosos con las manchas, las fotoalergias o las fototoxias; mientras que la Luz visible favorece la aparición de hipermentaciones, sobre todo en los fototipos III y IV, a priori poseedores de una melanina más abundante que los más bajos.

A los UVA,UVB, IR-A y Luz visible, se han incorporado otras siglas que darán que comienzan a dar que hablar: Eye-E o Protección Solar para los ojos, “es un nuevo índice internacional que certifica la protección UV global que proporcionan las lentes, explica Consuelo Mohedano directora científica y de formación de Shiseido. Se trata de un sistema de clasificación objetivo desarrollado por la firma Essilor International que puede evaluar fehacientemente cualquier lente que se utilice en gafas graduadas fotosensibles o gafas de sol convencionales”.

En la búsqueda del dorado saludable, por lo tanto, hay que incluir no solo la protección UV-A y UV-B , adecuada siempre al lugar en el que nos encontremos, la altitud y el fototipo de piel que la genética nos ha propinado, “además, alega la dermatóloga Isabel Aldanondo, para asegurarnos una protección solar en profundidad, el fotoprotector debe escudarnos de los IR-A y la Luz visible. Sin embargo, no es aún tarea sencilla, hay pocos cosméticos solares que hayan demostrado mediante estudios in vivo que son capaces de conseguirlo. Por esa razón, si queremos estar seguros de que nuestro protector solar nos escuda correctamente de los rayos IR-A y la Luz visible debemos comprobar mediante la lectura correcta del etiquetado, o asesorarnos con el dermatólogo, cuáles son aquellos que sí nos defienden de los mismos”. A lo que su colega la María Vitale de Cantabria Labs añade “se estima que el 55% de los radicales libres generados por las radiaciones solares pueden reducirse con el uso adecuado de un fotoprotector de amplio espectro, que incorpore en su fórmula antioxidantes específicos frente a ellos, además de reparadores del ADN mitocondrial y nuclear para frenar el daño ya hecho y acumulativo en la piel”. De hecho los nuevos solares ya no son simples escudos frente al sol, sino auténticos tratamientos a medida, con fórmulas y texturas que se adaptan a todos los públicos y necesidades, desde las frágiles pieles infantiles, a las reactivas y fotoalérgicas pasando por las más maduras que buscan un tratamiento antienvejecimiento, las más inquietas que disfrutan de los deportes náuticos o al aire libre y necesitan fórmulas estables que resistan el agua y el sudor  o buscan una fotoprotección sostenible y biodegradable que no contamine la mar con sustancias nocivas al darse un chapuzón.

Vía oral

La Nutricosmética es un recurso de protección con el que también se puede jugar para ganar la partida. ¿Cómo? Por una lado, echando mano de la nutricosmética solar controlada por un especialista porque como alega la dermatóloga Isabel Aldanondo “hay que seleccionar a los pacientes a los que se les prescribe, ya que en muchos casos el hecho de tomarse la pastilla puede llevar a pensar a quien lo hace que está mucho más protegido y olvide otros gestos de higiene solar imprescindibles”. Pero…hay cápsulas y cápsulas, no todas son iguales ni tienen la misma eficacia. “La fotoprotección vía oral a base de Fernblock, un extracto estandarizado de Polypodium leucotomos – una planta que crece exclusivamente en las selvas y bosques tropicales hondureños- ha demostrado mediante estudios científicos llevados a cabo por la Harvard Medical School y Cantabria Labs que comercializa la marca Heliocare, que multiplica por tres la resistencia de la piel frente al eritema a dosis única y desde la primera toma, afirma María Vitale dermatóloga jefe de los laboratorios; además, con esta toma conseguimos una distribución uniforme llegando a cubrir las zonas olvidadas como las orejas, mucosas, pies y otras áreas de difícil acceso para la aplicación y reaplicación de la fotoprotección tópica. También, consigue neutralizar y reparar el daño ocasionado por la radiación solar que sigue emitiendo radicales libres hasta tres horas después de la exposición solar”.

¿Peelings protectores?

La población ignora que cada día en el campo o la playa cualquiera de nosotros fabrica o desarrolla un cáncer de piel, debido a la mutación en las células epidérmicas inducidas por las radiaciones  UV. Menos mal que la proteína p53, verdadero vigilante inmunológico, destruye este inicio de cáncer”. Son palabras de Julián Conejo-Mir Jefe de Dermatología del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y miembro de la AEDV. ¿Y cómo podemos estimular la p53? “En el 2003 se descubrió que un peeling de ácido salicílico, glicólico o pirúvico, estimula esta proteína protectora, de manera que aumentamos nuestras defensas cutáneas frente al cáncer”. Sin embargo, aunque según el dermatólogo “las estrategias para evitar el cáncer deberán cambiar en el futuro próximo y será igual de obligado el uso de protección solar como las aplicaciones de cremas con efecto peeling”; la sombra, la fotoprotección bien aplicada y las nuevas prendas con UPF (filtro solar para los tejidos) seguirán siendo gestos de obligado cumplimiento.

Más allá de la piel

La conciencia medioambiental también ha recalado en la fotoprotección, son varias las firmas que se han sumergido de lleno en la protección de los océanos como reclamo para los usuarios más bio o incluso para aquellos que deciden pasar sus vacaciones en determinadas zonas del planeta, como los Cenotes de la Rivera Maya, donde no se permite el baño en sus aguas si el bañista se ha aplicado un fotoprotector que no sea biodegradable. En este sentido, destaca la campaña lanzada por Avene, Skin Protect, Ocean Respect, que incluye su compromiso a formular solares sin siliconas o filtros hidrosolubles y con un mínimo de filtros para reducir al máximo el impacto sobre el medio marino. ¿El objetivo? Frenar el deterioro de los arrecifes coralinos que se han reducido en un 27% en los últimos 30 años. Otra de las firmas pioneras en este sentido ha sido Biotherm que en 2017 creo unos solares con una fórmula 96% biodegradable y con un 14% menos de plástico en sus envases que en sus versiones precedentes.

VITAMÍNE-CE-SE

Las radiaciones solares en todo su espectro (UVA, UVB, IR-A y Luz Visible) son uno de los factores que disparan la producción masiva de radicales libres, responsables de la oxidación celular, y por ende del fotoenvejecimiento. El organismo humano está dotado de mecanismos de defensa endógenos frente a estas moléculas de oxígeno alteradas, pero no son suficientes para combatir las agresiones que sufrimos a diario, “por lo que los antioxidantes tópicos e incluso ingeridos son esenciales en la lucha contra el deterioro celular, afirma Ana Florez-White dermatóloga del Mont Sinai Medical Center de Miami. En este sentido, continúa, el antioxidante más eficaz es la Vitamina C, que debe cumplir ciertos requisitos de formulación para asegurar que penetra en la piel y ejerce esta función antioxidante. ¿Cuáles? Estar formulados en forma de ácido L-ascórbico (otras menos eficaces son el Fosfato de ácido ascórbico, magnesio, etc.); en concentraciones óptimas (del 10 al 20%) y en una solución con pH ácido (entre un 2 y 3.5) si se trata de un uso tópico”. La experta puntualiza que conviene comenzar a usarlo a partir de los 25 años, siempre en combinación con la fotoprotección y bajo esta, en textura suero o gel que le confiere una gran capacidad de penetración. Otros antioxidantes de eficacia reconocida son la vitamina E, el ácido ferúlico y la phloretina. Si a la vía tópica le añadimos la dieta, la vitamina C se convierte en una de las mejores aliadas de la piel bajo el sol. Cítricos, tomates, fresas, calabaza, melocotones, aguacate, gazpachos creativos… las opciones son infinitas.

1 Comentarios

  • M Angeles Guerra Rodriguez
    Posted 24 May, 2020 1:51 pm 0Likes

    Siempre tomo el sol con protección y mi piel toma un noto morenito suave. No me gusta broncearme y ponerme ” negra”. Además no lo veo bonito.
    Besitos

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