La semana pasada me fui con mi amiga Carmen Ruíz a Burdeos. El motivo:  visitar Les Sources de Caudalie, el primer spa de vinoterapia del mundo. Todos los productos de la marca se basan en las propiedades de la uva y de la vid, que como ya sabréis tienen un extraordinario poder antioxidante.

Sus dueños, a los que conocimos porque viven allí y son unos divinos apasionados de su trabajo, lo abrieron en 1999 aunque Caudalie, como marca, nació cuatro años antes.

Allí me enteré de lo que es un “caudalie”, es la unidad de medida de la duración de persistencia en boca de los aromas del vino después de su degustación. Un segundo de persistencia equivale a un caudalie. Curioso, ¿verdad?

La visita a sus bodegas biológicas , que utilizan las últimas tecnologías para respetar el medio ambiente fue toda una experiencia. Además tienen a su propio artesano que fabrica todas las  barricas a mano y tuvimos ocasión de ver como lo hacía y es un verdadero prodigio. Tres al día son las que hace.

Y hablar de las instalaciones del hotel no hace ni falta, con ver la fotos ya podéis haceros una idea del paraíso donde estábamos. El trato exquisito, y de sus tres restaurantes, “La Gran Vigne”, con 2 estrellas Michelin es de no dar crédito.

Y ahora os cuento mi experiencia durante el tratamiento que nos hicieron en su spa. Empezó con una exfoliación corporal de media hora a base de azúcar moreno, aceite y pepitas de uva, miel y 6 aceites esenciales previa a un masaje de los de verdad, no de esos de deslizar las manos de arriba a abajo como sabríamos hacer todas y que con los que te timan en muuuuchos sitios (incluso de marcas premium) y de los que yo directamente me levanto de la camilla.

Después, me hicieron el tratamiento facial Premier Crue. Es lo más. Dura una hora y su protocolo incluye limpieza, rodillo dermatológico , aplicación de sérums, mascarillas, cremas…  En ningún momento te dejan sola en la camilla mientras los productos hacen su efecto. Te masajean pies, cabeza y brazos que es lo que a mí me gusta, porque no soporto lo que hacen en algunos centros, que te ponen una mascarilla, por ejemplo, y se marchan de la cabina dejándote allí sola. Y, no sé vosotras, pero yo, llega un momento en el que no puedo más y lo que quiero es que acaben de una vez. En este caso, como os digo, no fue así, todo lo contrario y además las manos de Audry han sido de lo mejor que he probado nunca.

Para acabar os voy a confesar que con los masajes y los tratamientos de belleza me pasa una cosa, o me enloquecen y me transportan o me pueden convertir en una hidra. Es como el sexo, o te hace volar o mejor que te quiten las manos de encima porque muerdes.  Bueno pues en este caso con las manos de Audry  sobre mí podría vivir eternamente. Y si ya las alterno con las de mi chico… la perfección.

Besos a tutiplén.

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