Esto no es una entrada para meterme con la clase política ruin y desvergonzada, para eso están los tertulianos que marean la perdiz en los cienes y cienes de debates con los que nos bombardean (curiosamente siempre los mismos) desde todos los medios de comunicación. No, yo vengo a hablar de esa maravillosa costumbre veraniega, arraigada en los genes de cualquier español, de hacer las cosas con la fresca, que no es una cualquiera, sino esa estupenda temperatura que acompaña a los días de estío cuando el sol no propina mazazos, ni golpes de calor. Los madrugadores, la disfrutan de mañanita; los más perezosos, lo hacemos al calor de la luna. 


De las frescas matutinas, sé poco, mi fuerte son las noctámbulas. A priori, lo de gozar de la fresca parece sencillo, no hay más que salir y disfrutar de la brisa nocturna en una terraza, en el chiringuito de la playa, alrededor de la mesa de jardín, a la puerta de la calle… Y digo a priori, porque a posteriori no todo es tan bucólico. Sobre todo porque es la hora favorita de los mosquitos, moscas y demás insectos que se ceban en las carnes desnudas. Hay quien lo resuelve poniendo aparatitos de esos que achicharran a los bichos que atraídos por la luz se calcinan de inmediato haciendo un ruidito chisporroteante que a mí me pone de los nervios y me da por pensar en plan budista ‘otro que cae’ y tengo la sensación de estar oyendo un holocausto que me resulta al menos inquietante. Otros, ponen medio limón con clavos (la especia), que puede que sea muy oloroso, pero que de poco sirve, la verdad. Quien se embadurna de lociones anti mosquitos, que hacen su papel, no lo dudo, pero que son también repelentes de cualquier acto de acercamiento y ligoteo que se pueda presentar. 


A mí me gusta gozar de las noches veraniegas sin ruiditos asesinos, ni limones descuartizados, ni aromas penetrantes que atentan contra mi pituitaria. Y tengo mis propios recursos. El primero, alumbrar la velada con velas, que son mucho más intimistas, románticas y propician la conversación, además de ayudar con su llamita y su fragancia a ahuyentar a los autoinvitados voladores o articulados (no hay que olvidar a las arañas, que no veas cómo trabajan también en verano). La segunda, colocarme una pulsera con truco, concretamente la Click Clack de Mosquitox de Arkopharma (9,95€, en farmacias). Las hay en cuatro colores (la mía es azulona, como el color de moda), se adaptan a cualquier muñeca y aunque el diseño no epata, da bastantes buenos resultados porque incorporan una pastilla repelente con aceite de lavandín (absolutamente inocua para la piel humana) y te la llevas puesta allí donde vayas. Y si te da por bañarte, pues no pasa nada porque es resistente al agua. 


Si el estilismo no me permite el uso de mi brazalete, esta temporada he descubierto una nueva aliada: la gama Alfresco (de venta en www.jcapotecari.com), mucho más glamurosa, porque se hizo popular durante el rodaje de El hombre que susurraba a los caballos, en Montana (USA), cuando el actor y director Robert Redford (que está en la peli para picotearle tiernamente por todos lados, dicho sea de paso) hizo un pedido urgente a Alfresco para continuar el rodaje sin la distracción de las irritantes picaduras. Al parecer, ahora se incluye como set cosmético en todos los rodajes al aire libre en los que las picaduras actúan como extras aunque nadie les convoque. Actores como como Nicole Kidman, Daniel Craig y Pierce Brosnan, se embadurnan la piel con la crema Alfresco Anti Bug Moisturizer  (32€. 200 ml) o se refrescan con Anti Bug Bite Aqua (38€ 50ml) antes de salir a ganarse la vida ante las cámaras. La fórmula de ambas está compuesta por una mezcla de más de 20 extractos botánicos, guardada con celo, como la de la Coca-Cola. Lo mejor de todo es que disponen de minitallas para viajar sin que los aduaneros nos lo quiten en el control del aeropuerto (que con todo lo que requisan podían poner en marcha un mercadillo solidario o una tienda de segunda mano, siempre me he preguntado qué hacen con todo este material cosmético, si lo tiran o se lo quedan. Lo investigo y lo cuento en otro post). 

De olor agradable (algo dulce a mi juicio), la fragancia yo me la costumizo rociándome después con unas cuantas nubes del Agua Concentrada de Álvarez Gómez, con mucho limón y lavanda, que también repelen lo que haga falta (incluso moscones) y que, como lo de salir a la fresca, yo lo llevo en mis genes olfativos.

2 Comentarios

  • Laura Herder
    Posted 8 July, 2013 2:42 am 0Likes

    Me ha encantado este post! Siempre me leo tus posts de arriba a abajo porque tienes una narrativa muy cautivadora.

    "A la fresca" me ha traído buenos recuerdos, de cuando mi abuela se sentaba en el portal de la calle de 6 a 9 a tomar el aire, porque en casa no se podia aguantar el calor. (catalanas somos)

    Referente al tema de los bichitos chupócteros, yo tengo en casa plantas de Limonella en lugares estratégicos, y no se acerca ni uno!

    Para el tema de la calle, lo mismo que tu dices, perfumes con agua de lavanda o cítricos. Y no pica ni uno!

    Besotes!

    Estamos de SORTEO, no te lo pierdas!
    http://lauraherder.blogspot.com.es/

  • Nero Beauty
    Posted 8 July, 2013 2:55 am 0Likes

    Itziar,
    No conocía Alfresco y si, está claro que cualquier cosa que vendan en JC apothecary es puro glamour.
    Yo me fui de viaje de novios con una pulseara tipo click clack que me funcionó bastante bien, pero me sentí un poco Rambo con ella; era de camuflaje y un poco masculina, ¡pero me hacía mucha gracia!
    Un abrazo

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