La primera vez que me escapé tenía 28 meses (os hago el cálculo, 2 años y medio). Lo llevo en los genes, lo de escaparme. Recuerdo a un pastor, con cabras y ovejas; recuerdo un día radiante de verano; recuerdo un río de montaña; recuerdo una aldea y a un niño de 8 años que me dijo: ¿te vienes conmigo allí arriba? Recuerdo que dejé todo lo que tenía entre manos y me largué. Lo que no recuerdo es muy bien el porqué. No sé si fue la ternura que me dio el rebaño (y que tengo instinto de cabra, que no de oveja); no sé si fueron los ojos verdes de Pedro (sí, como el de Heidi, mi pastor se llamaba Pedro), pero estoy por asegurar que lo que me tiró al monte fueron las viandas que el cabrerillo llevaba en el zurrón: chorizo, cecina, lomo (todo de León, que allí se ubica mi aldea) y pan de hogaza. Lo que sí recuerdo es que me encontraron durmiendo ricamente a la sombra una escoba (también llamada planta genista). Y que nadie me regañó, al contrario me dieron besos, abrazos y más de comer. De ahí creo que viene mi afición al escapismo, a lo de largarme para que me echen de menos y luego me colmen de amores.
Su entorno, un privilegio. Mires donde mires, llueva, orvalle o haga sol, es una imagen de postal. Casitas de colores intensos, prados verdes (muy verdes, verdísimos este año), picachos como agujas (la Sierra de Cuera) a los que una quiere subir para contemplar sus bonanzas visuales, y mar. Un Mar Cantábrico que aquí se expresa con toda su fuerza. Acantilados, islotes, calas, playas… Vistas de película. Son muchos los cineastas que han utilizado como fondo de sus historias las playas de Torimbia, Toranda, Toró,… o las casonas indianas con sus torres, sus galerías y sus verjas, al más puro estilo de la familia Monster, que salpican la costa y laderas de estas tierras. Pero no hace falta ser ni Garci ni Amenábar para montarse un guión y triunfar.
Uuhmmmmm. Por no hablar del pitxin o de los chuletones. Vayas donde vayas, comes divinamente y te arropa ese acento tan peculiar y cantarín de los asturianos. Si encima tienes la suerte de que luzca un sol de escándalo, la gloria está asegurada simplemente con contemplar lo que ves y dejarte llevar. Para eso son las escapadas, para librarse de las preocupaciones que nos entristecen y afean, para que te acune la vaguería y convertir la pereza en virtud. Para recuperar la energía que nos roba el día a día. Para hacer del asueto una terapia de choque que cultive el espíritu… y el cuerpo… y la mente. Creo que por eso soy escapista. Y afirmo que Asturies es un Paraíso Natural, un gran SPA de lujo. Por sus gentes, por sus viandas, por sus parajes… ¡Puxa Asturies!
6 Comentarios
cool hunter
Es un auténtico lujo vivir en asturias y más cuando el buen tiempo nos acompaña! Me ha alegrado mucho leer tus palabras…
Ines Rocha
Que maravilla de escapada,de fotos,chicas y perritos !!!
Tamara
¡Puxa Asturies!
Al igual que Galicia… es el paraisooooo!!! Su gente, su gastronomía, paisajes, playas, pueblos con encanto… TODO!
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Crm Rguez
Maravillosa Asturias. He tenido oportunidad de esta allí y quiero volver.
Besos
Silvia Quirós
Sin duda algo muy bueno para hacer a menudo!! a mi también me gustan las escapadas, reponen las energías del tiron y vuelves nueva! gracias por compartir tu experiencia, un beso
John Queras
¡Madre mía! No se puede estar más crunchy.