¡¡¡ESTÁN LOCOS ESTOS JAPONESES!!!

Pero como una cabra, vamos. Yo que creía que eran disciplinados, sobrios, trabajadores como hormiguitas, que sus huelgas consistían en currar y currar para producir más y que hubiera mucho sobrante, gentes que no lloran en público porque creen que es indisponer al que ve como resbalan las lágrimas por tus mejillas y hacerle pasar un mal rato, hombres de negocios que se hacinan en nichos para poder pasar la noche y seguir trabajando al día siguiente sin perder un minuto. El Imperio del Sol Naciente, el reino de la tecnología, el milagro asiático… ¡Ay! No me va a quedar más remedio que empezar a pensar que hay un Japón racional y metódico y otro loco, loco…

Algunos se ponen un par de huevos en la frente, tipo cuernos incipientes o chichones provocados por darse uno de cabezazos; otros se abultan el entrecejo, emulando al unicornio; a otros les da por prolongar su mentón como los chivos… Pómulos, nariz, frente, barbilla, cualquier facción es buena para deformarla. Al parecer, la moda en cuestión está superando incluso a la de ponerse piercings o hacerse tatoos, ambas han quedado obsoletas por ser demasiado light. Ahora es el turno de los bultos, abombamientos y bollos varios. Eso sí, al parecer, los efectos son efímeros, es decir que el organismo se encarga de reabsorber el líquido inyectado y a las 24 horas no queda ni rastro. La verdad es que viendo los caretos maquillados con está espeluznante fórmula, a mí me ha venido inmediatamente a la cabeza la peli de Quentin Tarantino, “Abierto hasta el amanecer”, en la que George Clooney se mete en un bar llenito de vampiros que se transforman a lo largo de la noche. Porque digo yo que los bultos también irán descendiendo con la nocturnidad para que al día siguiente sus modelos puedan transformarse en ciudadanos nipones como dios manda y a los que estamos acostumbrados los occidentales. Otra cosa que he estado pensando es en si esta deformamanía tendrá consecuencias adversas, efectos colaterales que les llaman. Mi amiga Purificación Espallargas, experta en pinchazos serios, me ha sacado dudas. Al parecer puede provocar desde infecciones, eccemas, flacidez, brotes de acné, migrañas e, incluso, parálisis facial. Ya ves tú la tontería hasta te puede conducir. Y os dejo la dirección de la entrada porque no quiero que nadie me tilde de copiona (que me trae recuerdos de Cristina Tárrega y sus malas prácticas laborales) y porque merece la pena ver las dos fotos que acompañan el post. www.drfernandezblanco.com/blog/2011/08/23/japon-las-deformaciones-faciales-se-han-puesto-de-moda/. Sin duda, como diría el mítico Obélix: ¡Están locos, estos japoneses!