Con excepción del acné, las pieles hasta los treinta años suelen mantenerse jóvenes y tersas por lo que la exfoliación, una buena hidratación y por supuesto la protección serán suficientes para mantenerla en buen estado. Eso sí, si se toma la píldora anticonceptiva también hay que tomar otras precauciones ya que este medicamento es fototóxico, absorbe mayor radiación solar, y puede producir, al combinarse con el sol, manchas en la piel. Otro factor que puede propiciar la aparición de manchas en la piel al tomar el sol en las mujeres de esta edad, o más avanzada, es el embarazo. Conocido como “cloasma” son manchas de color café con leche en el rostro –sobre todo en los pómulos, frente y sobre el labio superior- por lo que las mujeres en estado de gestación deben extremar aún más las precauciones ya que una vez aparecido pueden aclararse en invierno y volver a oscurecerse el próximo verano.
A partir de los treinta años la cosa cambia. Es la década fronteriza entre la juventud y la vejez de la epidermis por lo que ahora todas las precauciones son pocas si se quiere gozar de una piel en plenitud durante la madurez. A esta edad es cuando empiezan a aparecer las primeras patas de gallo, las arrugas y se evidencia una pérdida de elasticidad y firmeza en la piel. Entre los factores que incrementan el envejecimiento prematuro de la piel se encuentran la genética, la edad, el estilo de vida y por supuesto los radicales libres que provocan un daño celular acumulativo. Entre los principales “fabricantes” de radicales libres se encuentra el sol por lo que cumplidos los treinta es muy importante la sobreprotección solar y el contrataque a los radicales libres por medio de antioxidantes que frenen su formación y reparen los daños que han causado. Lo mejor es emplear cremas solares con antioxidantes y un bloqueador solar en la zona que rodea los ojos ya que esta piel es más frágil que el resto del rostro y, además, el sol es también uno de los desencadenantes de la aparición de ojeras. Por si todos estos motivos no fueran suficientes para huir del sol a esta edad, hay que recordar que los rayos ultravioletas de tipo A, los UVA, penetran hasta la dermis desgastando las fibras de elastina y el colágeno lo que unido a que, hacia los 35 años, el óvalo facial comienza a desdibujarse puede traducirse en una flacidez de la cara descomunal. Por tanto poco sol y muchos antioxidantes y productos reafirmantes lograran mantener el rostro en buen estado durante más tiempo.

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