He probado Deep Slim, el último aparato para acabar con la grasa localizada

Llevaba tiempo escuchando maravillas sobre Deep Slim, lo último en aparatología para eliminar la grasa localizada. Esa que se acumula sobre todo en las cartucheras, los flancos o  el abdomen y que no hay manera de eliminar ni haciendo ejercicio ni poniéndonos a dieta. Pues esa. Y yo que no soy precisamente de las que se machacan en el gimnasio ni disciplinada con la comida (espero no ser la única) vi en esta “maquinita “la solución a esos pequeños (sí, pequeños) acúmulos de grasa que se habían instalado en tres zonas muy concretas de mi anatomía: la tripa, los flancos y las cartucheras.

Así que decidí comprobar si lo que había oído (“con una sesión ya lo notas”, “no duele nada”, “puedes hacértelo en distintas zonas”, “no tiene efectos secundarios”, “puedes hacértelo en cualquier parte del cuerpo”…) era cierto. Llamé a Tacha para ver si tenían este aparato (con todos los que tienen era difícil que les faltase éste) y como la respuesta fue afirmativa allá que me fui y descubrí que algunas de esas afirmaciones eran ciertas y otras, no tanto.

Pero vamos por partes. Deep Slim es un tratamiento de remodelación corporal no invasivo que utiliza una tecnología de ultrasonidos focalizados de alta intensidad y baja frecuencia. Para entendernos: gracias a la focalización y a la intensidad “atacan” únicamente a los adipocitos (sin afectar a otros tejidos) y los destruye, con lo cual esas células grasas desaparecen para siempre de forma segura y eficaz. Por eso es capaz de remodelar la silueta, porque consigue eliminar la grasa resistente al ejercicio y la dieta.

• Puede tratar varias zonas a la vez. Sí, siempre que tengas la grasa necesaria, es necesario un mínimo para aplicar los ultrasonidos. Yo que iba entusiasmada quería, como os decía antes, tratarme tres zonas. Bien, pues sólo pude hacérmela en dos (flancos y cartucheras) porque en la tripa no tenía grasa suficiente, que por otro lado no está mal. En mi caso en cada zona se “dispararon” 600 descargas, como eran dos zonas fueron 1200 (300 en cada cartuchera y otros 300 en cada flanco). Y la sesión duró alrededor de hora y media, porque hay que dibujar las zonas a tratar, aplicar los geles para que se desplace el manípulo del aparato,…
• Con una sesión ya lo notas. Un poco. Tampoco es “la virgen de Lourdes”. Si he notado algo, pero como me dijeron en Tacha, lo ideal es hacerse cuatro sesiones (lo tendré en cuenta de cara al verano) y, por lo visto, los resultados son más visibles a las tres semanas de la sesión y, en mi caso, han pasado tres días.
• No tiene efectos secundarios. En mi caso, ninguno. Ni inflamación, ni enrojecimiento, ni dolor posterior, ni nada de nada. Un gusto.
• No duele nada. Aquí voy a precisar un poquito. Doler, no duele pero molesta un poco. El tratamiento de cada zona tiene tres fases y en cada una de ellas se aplica una intensidad de energía diferente. En la primera ni te enteras, en la segunda notas como “pinchacitos calientes”, y en la última, sobre todo en las zonas en las que no hay casi grasa, es un poco molesto. Nada que no sea soportable pero se nota, vamos que no es como para desear que acabe pero tampoco para dormirse, claro que también depende mucho del umbral del dolor de cada uno.
•  ¿Repetiré? Sí.