urgo skeen bulldog tweezerman

A los 41 años, uno no es viejo, es vintage. Este es mi nuevo lema vital. Y digo nuevo porque fue el martes pasado cuando tuve que pedir ayuda a un hinchador de globos profesional para poder apagar las velas encendidas sobre mi tarta de cumpleaños. Sí, amigos, acabo de subir al piso 41 y confieso que he llegado mucho mejor de lo que me esperaba. Todavía conservo una cierta dignidad capilar, el cartón no clarea (o por lo menos no se nota) y las entradas no han retrocedido, cual cobardes en plena batalla, hasta la coronilla y más allá. Vamos, que sigo peinándome en una sola dirección y no como el bueno de Christian Bale en “La gran estafa americana”. Además, la semana pasada, la doctora Purificación Espallargas, una de las grandes en esto de frenar los estragos del paso del tiempo sobre el rostro, me aseguró durante un desayuno de prensa que tenía el cutis de un treintañero. Será por eso que últimamente noto una sensación extraña, como si estuviera a punto de sufrir la crisis de los 30. Y no os engañéis, lidiar con una crisis que no es la propia de tu edad no es tarea sencilla. Los 41 invitan a recuperar los viejos cedés de los 80 y los 90, olvidarse de los hits clásicos y escuchar las canciones menos conocidas. Y es que un cuarentañero normal en este trance se compraría una moto, un deportivo hortera o se haría un tatuaje. Pero los errores que puede cometer un beautywarrior son de otra índole. A saber:

-Presentarte a una comida en casa de los suegros estrenando un look surfero, beach waves incluidas.

-Acabar con el lento pero progresivo hundimiento del surco nasogeniano a base de inyecciones de vitaminas y convertirte en cuestión de segundos en una de las ardillas de Alvin.

-Ponerse en plan artista con la barba y crear diseños tipo gangsta rap que no te sientan bien ni en Halloween.

-Depilarse todo el cuerpo, apuntarse a un gimnasio al que no piensas ir, visitar asiduamente las cabinas de bronceado y lucir todo el año un moreno made in Julio Iglesias.

Como veis, todas las opciones ponen los pelos de punta. Así que, antes de que la juventud se me escape por entre los dedos como papel mojado, propongo soluciones más terrenales.

Bulldog

1) Lo primero es lo primero. Y en cosmética eso se traduce en limpieza. Por eso, en lugar de lavarte la cara con el jabón de manos, usa el Original Face Wash, de Bulldog, un gel que elimina al instante la suciedad y las impurezas acumuladas en los poros. Cuesta 8,60 €.

Skeen

2) Asume tu edad. Eso no quiere decir que dejes de salir entre semana, aunque la recuperación cada vez se haga más cuesta arriba. Basta con que incluyas en tu rutina un producto rico en retinol, como el Concentrado Corrector Anti-edad, de Skeen. Cuesta 69,90 €.

Tweezerman

3) Invierte en beauty tools. A estas alturas de la película no puedes seguir usando las costuras de los jeans a modo de lima ni recortarte la perilla con las tijeras de la cocina. Hazte con las de acero inoxidable y el peine para bigote de G.E.A.R., la nueva línea para hombre de Tweezerman. Cuestan 18,95 €.

Urgo Tatoo

4) Aunque en la calle existe una ley que prohíbe tatuarse (y cambiarse de equipo de fútbol) después de cumplir los 30, en bellezaenvena no somos muy estrictos con las normas, sobre todo, con las inventadas, y todo nos parece bien. Eso sí, tanto si te estrenas en el mundo del tatuaje como si te lo hiciste de joven, no puedes dejar de probar Tattoo Protect, de los Laboratorios Urgo. Una pasada. Cuesta 13,90 €. A la venta en farmacias.

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