El champú me trae de cabeza

En uno de esos refritos que las cadenas de televisión utilizan para rellenar su programación navideña aparecía el mítico humorista barcelonés Eugenio contando chistes sin solución de continuidad. Sí, sí, Eugenio, el de las casetes de gasolinera con los que los padres de mi generación tenían a bien amenizarnos los eternos viajes veraniegos en coche con destino a la playa. Sentado en un taburete alto, con un cigarrillo en un mano y un vodka con naranja en la otra (algo impensable en el nada licencioso siglo XXI), y mirando desde detrás de sus gafas ahumadas va y suelta:

Saben aquell que diu que entra uno en una perfumería y dice:

-Hola buenas, querría un champú.

-Por supuesto, señor. ¿Para cabello graso o para cabello seco?

-La verdad es que lo quiero para cabello sucio.

El chiste, que debe de tener la friolera doscientos años, es un ejemplo perfecto que explica la tontuna a la que estamos llegando, que en idioma marketiniano se dice “segmentación del mercado”. Existen champús anticaída para cabellos gruesos pelirrojos con mechas rubias, mascarillas para pelo canoso, sin volumen, corto y con las puntas abiertas y acondicionadores nutritivos que prometen unos rizos perfectos para melenas largas teñidas sin caspa. Se tarda del orden de un cuarto de hora en leer el nombre completo del producto y, cuando llegas al final, ya has olvidado el principio. Además, uno no suele cumplir todas las especificaciones de la etiqueta, así que el liazo ya está montado. Porque si alguien tiene el rizo perfecto, largo y teñido pero no tiene caspa, ¿qué hace? En serio, y que vaya por delante que yo estoy muy a favor de cualquier novedad que venga a mejorarme la calidad del folículo piloso, pero creo que en temas capilares estamos llegando a unos límites muy peligrosos.

¿Qué será lo siguiente? Champús para cabellos rubios que después de la siesta se arremolinan en la nuca, mascarillas para cartones que empiezan a clarear pero que acreditan entradas en perfecto estado o acondicionadores para cabellos naturales de longitud media que sufren picores los días impares de febrero. Y es que el universo pelazo está yendo en contra de la tendencia actual de la cosmética: un único producto que sirva para todo. De ahí el éxito de las cremas multiuso, como las BB o las CC. También entiendo que la competencia es feroz y que las marcas tienen que crearnos cuantas más necesidades mejor para luego poder vendernos sus soluciones de última generación, pero no estaría de más poner los pies en el suelo y volver a los básicos de hoy y siempre. No sé vosotros, pero yo, como el tío del chiste de Eugenio, lo que quiero es un champú para pelo sucio.