Creo que la parte de mi oficio que más me gusta es la de probar tratamientos. Faciales, corporales, capilares,… Lo pruebo todo. Sí. No solo por una cuestión de hedonismo –que también- si no porque para saber hay que probar. Mi última experiencia, de hace dos días, ha sido gloriosa. Tras un retorno en el que me he sentido como el Jedi frente a Dark Vader pero sin espadita láser ni Fuerza que me acompañe, me llaman de SKII (cosmética japonesa puntera cuyo ingrediente estrella es la pitera) para hacerme una propuesta: “¿Quieres probar nuestro último ritual en tu domicilio?”.
¿En casa? Yo asocio los tratamientos en cabina a la música zen, la luz tenue de las velitas, el recogimiento… Y mi casa es un carnaval permanente en la que pululan perras, adolescentes, salamanquesas, mensajeros, pajaritos, gatos… Mi vida y mi hogar están petados de seres vivos de diferentes categorías. Así que lo de me hicieran un tratamiento a domicilio me parecía, en principio, complicado. Pero imposible “is nothing”, que dicen. Fue fácil deshacerse de los adolescentes: tienen clase todas las mañanas; a las perras la recluí en el jardín con un bol de comida y agua; desconecté el móvil y el teléfono fijo y hablé con la salamanquesa y su parentela –sí, tengo una familia de salamanquesas adiestradas cuya misión es trincar todos los mosquitos, moscas y otros insectos que pillen en casa- y anulé el timbre de la puerta.


A las 11.30 AM parecieron Carmen con su camilla plegable y Vali con un maletón calibre baúl de la Piquer. “¿Dónde nos instalamos?” Tengo un salón muy respetable, que da al jardín, y allí empezaron a desplegar sus utensilios. Mientras, me dijeron que me pusiera un albornoz “palabra de honor”; cuando bajé de nuevo al salón habían recreado el ambiente de tal manera que estaba de foto para el Vogue: camilla, velitas, carrito con toallas, boles, brochas, agua, música chill out… Allí no faltaba ni un detalle. Me tumbé en la camilla y Carmen me explicó lo que me iba a hacer; un ritual a mitad de camino entre el siatshu facial y el masaje yógico con el último lanzamiento de la casa: Meetling Creme; una crema con una textura extraña, como si fuera cera, pero que se funde extraordinariamente con la piel al calentarla y cuya textura no grasa es muy agradable. Yo cerré los ojos y me dejé llevar, que es lo mejor en estos casos. Como buen ritual japonés, la limpieza fue doble e incluyó el cuello, la nuca y el escote. (Hace poco me enteré de que las japonesas, además de unas frikis de la limpieza del cutis, se cuidan sobre todo la nuca porque la consideran una zona sexy donde las haya ¿será por la tradición de las Geishas de llevar siempre moño?). Toallitas calientes, espuma aplicada con brocha, peeling enzimático, más toallitas calientes…. tras retirar de mi rostro cualquier resto de célula muerta o suciedad, comenzó la fiesta de verdad: el masaje. Los dedos de Carmen me presionaron en las sienes, las cejas, las mejillas, la barbilla, los labios,….en puntos que no sabes que los tienes hasta que los tocan… ¡Y duelen! (el shiatsu facial); después, toqueteos y movimientos mucho más suaves y armoniosos, en plan baile de salón siguiendo el paso (el yoga, supongo). Para terminar, una mascarilla cargadita de principios activos… En la Gloria estaba yo cuando me dijeron que la juerga facial se había terminado. Me levanté de la camilla y caí en la cuenta de que estaba en mi casa, sólo tenía que subir un piso para dormirme a la bartola. Lo malo es que eran las 12.40 AM y tenía que irme corriendo a ver a mis nuevos cachorros (alumnos) del máster. ¿El resultado? Tenía una luz en la piel parecida a la que se adquiere tras una noche de buen sexo. Debe ser el estado de felicidad que me generó el tratamiento.

El efecto me duró casi dos días. No sé si fue la pitera, las manos de Carmen o el hecho de sentirme como una majarani por recibir tanto sobeteo a domicilio, la cosa es que me gustó. Pregunté si esto era cuestión de “sólo para cuatro privilegiadas de la belleza” o lo podían recibir los rostros ajenos a la profesión. La crema la puede comprar cualquiera en los stands de SKII en el Corte Inglés (o en Tokio, que hay quien viaja mucho); el ritual lo practican en las cabinas que posee la firma en algunos de los centros más emblemáticos del mismo centro comercial (en Madrid, el de Castellana y Princesa). Eso sí, cuesta 120 euros, pero merece la pena si después hay que dar la cara por cualquier evento o eventualidad.

7 Comentarios

  • Celia
    Posted 4 October, 2010 2:44 am 0Likes

    ¡Qué maravilla, y en casa además! Lo veo demasiado caro, pero tiene buena pinta 😉

  • claudia
    Posted 4 October, 2010 8:33 am 0Likes

    Que envidia. Me imagino abriendo la puerta de mi casa y ver aparecer a estos dos angelitos y te aseguro que no vuelven a salir de ella.
    Chao

  • Paxindia
    Posted 4 October, 2010 9:25 am 0Likes

    JOlin que pasada, rica, millonaria me sentiria yo jajaja

  • N.Poe
    Posted 4 October, 2010 1:34 pm 0Likes

    Ains que suerte… pero bueno, ahora que me voy a Tokyo aprovecharé para ver que se cuece por allí en las tiendas o stands de SK-II

  • Andrea Cuesta
    Posted 4 October, 2010 2:32 pm 0Likes

    Qué lujo. Habrá que probarlo!

  • la suite
    Posted 4 October, 2010 10:31 pm 0Likes

    Por favor que envidia me has dado.
    Yo que soy esteticista la verdad que me da mucha envidia cuando yo se lo hago a las clientas con las velitas,la musica…y a mi no me lo hace nadie jjeje

    Me alegro de que disfrutaras
    Te dejo por aquí mi blog para que pases a visitarlo y si te gusta me pongas de enlace y viceversa

    muchos besos

    http://www.lasuitedelamoda.blogspot.com

  • sirocox
    Posted 6 October, 2010 11:02 pm 0Likes

    No puedes contarnos estas cosas que nos morimos de envidia.

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