BELLEZA EN VANO. SALIR DEL FONDO DEL ARMARIO, por JUAN LUIS CANO

Me contó una vez María Asquerino que durante una recepción en Hollywood con motivo de no sé qué, el gran Tono mantuvo una larguísima charla con Albert Einstein. El resto de la comitiva española no dejaba de asombrarse al comprobar que la conversación se prolongaba, sabiendo como sabían que Tono solamente hablaba castellano y que el sabio de los pelos enmarañados no contaba entre sus múltiples capacidades la del manejo de nuestra lengua. Al incorporarse de nuevo al corro español y ser interrogado por el contenido de la conversación que habían mantenido Tono reconoció que no había entendido una sola palabra de las pronunciadas por Einstein y que únicamente se había limitado a escuchar, asentir y a decir de vez en cuando “todo es relativo”.

Este preámbulo lo he largado para hablar del fondo de armario, que es lo normal ¿Por qué cuando una mujer habla de la ropa que tiene lo llama fondo de armario y cuando habla de la ropa que tiene su marido o pareja se refiere a “Toda esa mierda que tienes ahí, que a ver si haces limpia y lo llevamos al contenedor de la ONG esa que se queda con la ropa”? Si es fondo de armario es fondo de armario para todos. Si una mujer, que normalmente tiene muuuuuuuuuuuuuucha más ropa que un hombre, puede permitirse el lujo de guardar sus prendas y accesorios durante décadas a la espera de que se vuelvan a poner de moda o, simplemente, puede arrinconar un vestido de noche que sólo se puso una vez y que raramente podrá volver a ponerse, entre otras cosas porque la talla que vestía cuando lo compró está asociada a un guarismo que ya no es más que una referencia a tiempos pretéritos (Vamos, que ya no le vale), por qué un hombre no puede guardar en un cajón las camisetas que le han ido regalando de marcas publicitarias para ponérselas cuando va a hacer deporte o cuando baja a la playa o debajo de los jerseys en invierno?

¿Por qué un hombre tiene que desprenderse de esas camisas con el cuello modelo “echar a volar” si algún día volverán a ser lo más “in”? Si yo no hubiera tirado los pantalones de campana que utilicé a mis dieciocho primaveras, no hace mucho que hubiese ido totalmente a la moda, sin necesidad de haber tenido que gastarme una pasta en adquirir un par de vaqueros de pata de elefante. Pero, claro, mi mujer me hizo tirarlos en la última mudanza. Pues a vosotros os pongo por testigos, que nunca más volveré a tirar una prenda, así se hundan las estanterías del ropero. Y esos jerseys, que es que están como nuevos. Sí, son de rombos y cuellecito a la caja, pero qué más da, ya volverán a ser paradigma de modernidad algún día. Y aunque tengan pelotillas y se transparenten por los codos… ¡Si no los quiero para ir a una boda, coño!
Lo que digo, que vosotras diréis que tener mucho fondo de armario es importante y necesario, pero para mí que lo que sois es unas egoístas, que no queréis la igualdad y los hombres ya estamos empezando a cansarnos de esta discriminación. Por no hablar de los zapatos. Si es que yo los gasto poquísimo. Tengo zapatos de cuando iba a la Universidad ¿Los voy a tirar? Pues no.