Belleza en la menopausia

Afortunadamente las mujeres de ahora no viven la menopausia como la vivieron sus abuelas e incluso sus madres. Ahora lejos de considerarse fuera de juego, a esta edad, alrededor de los cincuenta años, la mujeres se sienten más seguras y con mayor confianza en sí mismas que en etapas anteriores de su vida. Ya no hablamos de abuelas sino de mujeres que siguen considerándose jóvenes y que quieren seguir estándolo durante mucho tiempo.

Pero por supuesto no podemos obviar que en este periodo, e incluso un poco antes durante el climaterio –etapa previa a la menopausia o fecha en la que cesan las reglas-, el bajón hormonal es evidente en muchos aspectos, y la piel no es una excepción, por eso a partir de este momento sufre una serie de modificaciones.

En este periodo con la disminución lenta pero progresiva del nivel de hormonas sexuales, la piel sufre una serie de cambios tanto funcionales como morfológicos. Entre los primeros, nos encontramos con que la producción de grasa y sudor disminuye; se reduce levemente la temperatura cutánea, existe una mayor tendencia a la hiperpigmentación frente a la radiación ultravioleta y aumenta tanto la permeabilidad como la reactividad vascular. En cuanto a las modificaciones de forma o aspecto de la piel nos encontramos con una disminución del grosor de la dermis y epidermis como resultado de una menor producción de colágeno lo que se traduce en una piel más seca, escamosa y menos elástica, con el consiguiente aumento de las arrugas cutáneas.

Quizá muchas os preguntéis por qué el descenso de la producción de hormonas femeninas –estrógenos- acelera el envejecimiento cutáneo. Pues porque los estrógenos influyen de manera decisiva en la calidad y en el estado de la piel ya que de ellos depende, en gran parte, el grosor de la ésta, su nivel de hidratación, su pigmentación, etcétera. Además gracias al papel de estas hormonas en el funcionamiento de la piel se favorece la renovación de las células de la dermis y se estimula la síntesis de las fibras de colágeno y elastina en la epidermis que son las que proporcionan que la piel sea más o menos elástica.

Por eso como consecuencia de la reducción en la producción de hormonas disminuyen también las funciones metabólicas. Los lípidos, por ejemplo, se reducen en un 25% lo que significa que las glándulas sebáceas segregan menor cantidad de grasa de la indispensable con lo que el manto hidrolipídico, encargado de que la epidermis no pierda agua y se mantenga hidratada, no es tan consistente como un par de décadas atrás y las consecuencias son una piel más seca y vulnerable. Pero no queda ahí la cosa. A partir de la menopausia y debido al bajón hormonal los mecanismos de producción de colágeno y elastina se ralentizan, no van a la misma velocidad que a los 40 años y puede llegar a perderse hasta el 30% de las fibras de colágeno con lo que no puede realizar en condiciones su función de sostén.

Y esto en qué se traduce. La respuesta es fácil aunque cruel. La piel, además de más seca y rugosa debido a la pérdida de lípidos y de agua en su estructura, pierde su elasticidad, disminuye su grosor, se relaja y se “cae”; las arrugas se hacen más evidentes y más profundas; el rostro pierde luminosidad, la distribución de la melanina se vuelve irregular y aparecen manchas oscuras. Pero tranquilas, viendo que los cambios son más que notorios hay que actuar en consecuencia. Si la piel tiene unas necesidades diferentes es de cajón que precisa de unos cuidados diferentes y muy concretos. Lo primero que hay que hacer es cambiar de tratamientos cosméticos y decantarse por productos específicos diseñados especialmente para este grupo de mujeres, algo que hace años era impensable ya que no existía una cosmética especial dirigida a este grupo de edad y que ahora cuenta con una gran variedad de productos.

Entre los cuidados imprescindibles en esta época se encuentran la higiene, la prevención y la corrección. En el primer apartado conviene emplear en la ducha diaria geles, jabones o syndet suaves y extragrasos. Además la piel debe mantenerse siempre hidratada con aceites, leches o cremas. En el campo de la prevención es imprescindible emplear filtros de la radiación ultravioleta A y B, para evitar un envejecimiento añadido por acción de la luz solar, uno de los principales productores de radicales libres, causante de los fenómenos de fotoenvejecimiento. Por ultimo en el terreno de la corrección existen diferentes cremas muy interesantes para esta etapa en las que el ácido hialurónico, los retinoides, las vitaminas y los antirradicales libres deben formar parte de su composición ya que son ingredientes que han demostrado su eficacia de forma fehaciente en el tratamiento del envejecimiento cutáneo.

Pero a la hora de destacar tres ingredientes estrella en la elaboración de los cosméticos específicos para las pieles maduras esos son sin duda el calcio, la soja y el ácido hialurónico. Este último, que es un componente natural de la piel que va desapareciendo con el paso de los años, es uno de los ingredientes más empleados por los dermatólogos y médicos estéticos para rellenar las zonas flácidas y las arrugas del rostro. Su introducción en la cosmética se debe a que logra aumentar la retención de agua en la epidermis con lo que se restablece el volumen en la dermis.

En cuanto al calcio, es un mineral esencial para la salud pero no sólo es importante para la estructura ósea y dental, también es indispensable para el buen funcionamiento de la piel a la que aporta resistencia y fortaleza. Con el paso del tiempo la piel pierde su capacidad para retener este mineral y, como el cuerpo por sí mismo no es capaz de generarlo, necesita suplir esta carencia con un aporte extra para minimizar el descolgamiento y la fragilidad de este tipo de pieles. Por último, la soja – bien en forma de isoflavonas, fitoesteroles, proteínas…- por su alto contenido en fitoestrógenos, estrógenos de origen vegetal, es muy efectiva a la hora de estimular la síntesis de colágeno y activar la renovación celular lo que significa una mejora de la estructura de la piel ya que aumenta el espesor y la firmeza de los tejidos algo muy importante en una etapa en la que de forma natural se tiende a perder densidad cutánea.

Respecto a los tratamientos estéticos siempre deben ser personalizados en función de cada rostro y del tipo de envejecimiento. Entre los más habituales en esta etapa se encuentran la revitalización con ácido hialurónico y/o vitaminas y minerales a través de la mesoterapia, la corrección de arrugas con implantes no permanentes, los peeling y el empleo de la toxina botulínica. Gracias a estas técnicas es posible cambiar el aspecto de la persona sin necesidad de recurrir a la cirugía

Pero la piel no es la única zona del cuerpo que externamente acusa los efectos de la menopausia. Las uñas, por ejemplo, crecen más lentamente, se hacen más frágiles, y las estrías y los surcos en su superficie aparecen con facilidad. Las mucosas -ojos, nariz, boca y genitales- pierden su grado de humedad. El vello en general, y sobre todo el axilar y pubiano disminuye, pudiendo llegar a menos de la mitad de la densidad previa. En cuanto al cabello, su ciclo vital se reduce provocando un pelo cada vez mas fino y mas corto, que en ocasiones se traduce en cierto grado de alopecia de forma similar a la que se presenta en los hombres y, para acabar de sembrar el caos se produce un aumento del pelo de la zona de la barba y del bigote de las mujeres como consecuencia del desequilibrio entre los andrógenos-hormonas masculinas- y los estrógenos.