Aunque su poder de seducción se conoce en Asia desde tiempos inmemoriales, en Europa tuvimos que esperar hasta mediados del siglo XIX para descubrirlo. Fueron los narices franceses los primeros en darse cuenta del adictivo aroma que desprendían las telas importadas de la India, que realizaban el viaje envueltas en hojas secas de pachuli. Así, además de perfumarlas, evitaban que las polillas y otros voraces insectos se diesen un atracón de pañuelos de seda y chales de cachemir. Pero es en los años 60 cuando los hippies comenzaron a usarlo de forma masiva: su penetrante olor disfrazaba otros con mala prensa, como el de la marihuana.
Este arbusto, originario de Asia y Oceanía, se ha convertido por derecho propio en uno de los ingredientes estrella de la perfumería masculina del siglo XXI. Indispensable en la elaboración de fragancias de la familia chipre, el pachuli puede aportar matices verdes, terrosos, amaderados o con un toque alcanforado, que recuerda al almizcle. Pero esta versatilidad olfativa, que le permite colarse en todo tipo de composiciones, desde las más frescas hasta las más densas, no es ni de lejos su virtud más destacada. Al ser una sustancia con mucho peso y poca volatilidad, actúa como fijador y es el responsable de la permanencia en piel del perfume. Estas tres esencias, recién salidas del horno, lo demuestran.
1 Comentarios
M Angeles Guerra
Ideales todas !!
Besitos