Cuando a mi amigo Jorge Bosch le dije que tenía que conocer un restaurante en Valdemorillo alucinó porque normalmente es él quien nos descubre joyitas gastronómicas a Pedro y a mí y, además, es una zona que él conoce bien. Y ahí estaba la gracia, yo le iba a descubrir un restaurante en su zona. ¡No se lo podía creer! 

El sitio en cuestión era (y es) La Casa de Manolo Franco  y su historia es para contarla. Comienza en los años 60 cuando los padres de Manuel Franco montaron Casa Manolo, un bar restaurante de pueblo que su hijo siempre quiso convertir en un restaurante con mayúsculas. Pero la vida llevó a este hijo por otros derroteros, los del periodismo deportivo. Después de haberse recorrido el mundo cubriendo los grandes premios de Fórmula 1, Moto GP, rallys,… cumplidos los cuarenta decidió reinventarse y pasar más tiempo con su familia.

Y esa reinvención pasó por intentar hacer realidad su sueño de niño: convertir Casa Manolo en un gran restaurante. No ha sido fácil. Ha tenido invertir todo lo que tenía y lo que no tenía para conseguirlo; formarse (lo hizo en Le Cordon Bleu); crear un equipazo,…  para que esta historia tuviese un final feliz. A veces los sueños se cumplen y el de Manuel Franco es uno de ellos.

Ahora sigue contando historias, no en el papel pero sí en sus platos, que emocionan. Os aseguro que La Casa de Manolo Franco es lo que el quería que fuese: un gran restaurante.

Besos a tutiplén

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