LEX 155

Con la experiencia en Marbella de la marca de coches Lexus, que  ya os conté el tema en un post anterior, tuvimos la suerte de convertirnos en pilotos de carreras durante unas horas. La marca nos llevó al Circuito de Ascari  para que viéramos o, para ser exactos, comprobáramos in situ, nuestras dotes de conductores de velocidad y debo añadir, que no es mi fuerte.

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Hacía un día lluvioso en la Sierra de Ronda, mejor dicho, diluviaba como si no hubiera un mañana y es que, como decían los encargados de la organización del evento “en Marbella sólo llueven tres días al año y hemos tenido la peor suerte porque nos ha tocado uno de ellos”.

LEX 218

A favor de este tiempo añado que, algunas personas, estaban encantadas con ello ya que le ponía más adrenalina a la conducción en el circuito pero, en mi caso, como soy miedosa, no le encontraba esa gracia – y eso que lo intenté-. De todas maneras, al ser un tema de trabajo, me quedé calladita, esperando mi vez… no había marcha atrás…

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Llegó mi turno, cogí un casco y me lancé a los boxes a esperar mi super Lexus. Por arte de magia, me dieron dos opciones; la primera, conducir mi propio coche o la segunda, que un experto me llevara. Os podréis imaginar por cuál me decanté ¿no? Es que no veía yo mucha pasión en ponerme a 200 km por hora con un pedazo de coche en medio de la lluvia.

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Teníamos dos modelos nuevos a escoger el lc500 y el lc500h. En datos técnicos (a alguien seguro que le interesa) os cuento que el modelo 500 tiene 477 CV y un gasto de 11,5 l /100km y 263 g/km de emisiones de CO2 y acelera de 0 a 100 en 4,5 segundos. Por otro lado, el lc500h tiene 359 CV y un gasto de 6,4 l/100 km;  145 g/km de emisiones de CO2 y una capacidad del maletero 172 litros.

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Me monté en uno de los coches (ahora no os puedo contar qué modelo era; no le presté atención, sólo veía la lluvia y me estaba poniendo de los nervios). Me tocó conductor de Bilbao,  siempre me pasa lo mismo con estas tierras, que me dijo muy serio que no me preocupara, que estaba todo controlado. Fuimos subiendo la velocidad en función de las curvas y aunque la sensación fue increíble, fui a ese viaje con un problema de oídos y me pillé un mareo que no os puedo explicar. Como plus, hicimos un pequeño aquaplaning que me hizo quedarme directamente sorda y sin habla. Pero, como siempre hay que sacar una parte positiva de este tipo de situaciones, aprendí cómo controlar el coche cuando se “va” por el agua. 

LEX 247

En resumen: la experiencia me encantó aunque no sé yo si tendría futuro a lo Carlos Sainz pero, pude llegar a entender la adrenalina que le da a los pilotos la velocidad.

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