Mi experiencia en el Taller de Maquillaje de Nars, por Sara Solomando

Hace un par de semanas, durante un entretenido viaje en tren, una de mis acompañantes me dijo: “Métete en el blog de Belleza en Vena, que sortean un taller de maquillaje de Nars”. Y lo hice, a pesar de que era un taller de ojos, y de que lo único que conocía bien de Nars era ese colorete que llegó a España hace unos años y por la puerta grande: Orgasm.

Os cuento lo del tren y el sorteo por varias razones. Una porque por motivos laborales, durante cinco años y de lunes a viernes, tuve que maquillarme como una puerta (lo confieso, le cogí algo de manía). Y dos, porque nunca me toca nada. En esta ocasión no iba a ser diferente. El taller de maquillaje les tocó a otras. Claro que, como dos declinaron por razones que desconozco, pero que egoístamente me alegran, acabé por ser una de las agraciadas con eso de que corrió el turno.

Y ahí estaba yo, un viernes a las diez menos cuarto de la mañana, esperando en Moncloa para juntarme con un grupo de mujeres capitaneadas por la divertidísima y cariñosa María Eugenia León (Jenny Lyon para sus radioyentes de M80).

Con puntualidad británica, las chicas de Nars nos recibieron en sus instalaciones, a las afueras de Madrid. Bueno, con puntualidad y con un bufet que daba penica tocarlo por lo bonito que estaba decorado: zumos naturales de frutas, refrescos, aperitivos salados, muffins, una tarta de chocolate para quitar el sentío…  Todo riquísimo. Después de un par de zumos y de atracar las bandejas del bufet, le tocó el turno a Myriam Artiles, una canaria maravillosa con una mano espectacular para el arte del maquillaje, porque sí, así es como ella lo vive: como una artista.

Myriam comenzó su clase magistral explicándonos que lo fundamental es perder el miedo a la hora de maquillarse. Y es que ¿quién no ha sentido alguna vez que no acaba de acertar con el ahumado, o con esa raya que se resiste a ser igual en los dos párpados? Después de animarnos a experimentar nos fuimos aplicando los productos de tratamiento facial que Nars propone para preparar la piel antes del maquillaje, Nars Skin. Unos productos que al principio, yo confieso, me dieron algo de miedo. Tengo una piel muy grasa en algunas zonas de la cara y los serums y las cremas me parecieron muy untuosas. Pero milagrosamente no. La sensación predominante era la de estar hidratada, sin grasa. Y al mirarte al espejo, ¡impresionaba verse tan radiante!

La verdad es que yo ahí habría parado y me habría echado un poco de máscara de pestañas y a correr. Pero no, Myriam se estiró y decidió que íbamos a salir de allí sabiendo no sólo pintarnos los ojos, sino además, maquillarnos.

Y fue el paraíso. ¿Imagináis lo que es tener a alguien que se para contigo y te busca entre más de una treintena de tonos cuál es el que mejor le va a tu piel? Pues Myriam lo hizo. Una por una. Base, corrector y maquillajes para cada una. Aprendimos, al menos yo lo hice, a corregir, disimular o destacar aquello que quieres. Y de ahí a los ojos. El primero de los looks fue sencillo y de día, muy natural con una barra en crema maravillosa que puedes usar como sombra de ojos y para dar luz a las mejillas. Siguiendo el lema de Myriam (sin miedo, ya sabéis) usé el Copacabana con un resultado perfecto: casi como estar con la cara lavada, pero sin una sola imperfección. Toda luminosidad que rematamos con unos toques de la nueva máscara de pestañas: Audacius. Precisamente para conocerla nos habían llevado hasta allí. Y salimos impresionadas.

Audacius es una máscara que se puede aplicar una y otra vez sin que las pestañas se apelotonen ni se apelmacen. Tiene un color muy natural, no ese negro oscuro que dan otros productos. Y el pincel, lleno de “pelitos” de goma, permite separar las pestañas tanto como puedas imaginar. Con una sola pasada las pestañas están más largas, pero pocos podrían decir que llevas algo en ellas.

Y la locura de la máscara es cuando pasas el look de noche, mucho más atrevido, con un ahumado que Myriam consiguió que fuese perfecto. Qué maestría la suya: logró que fuese capaz de pintarme los ojos sin parecer un oso panda. Con este segundo look descubrí dos cosas: los magníficos resultados de las sombras en crema (jamás me he atrevido a probarlas) y lo importante de tener el pincel redondo para el ahumado (confieso que he echado un ojo a la web de Nars para comprarlo. Oficialmente se llama pincel de precisión para contorno de ojos #44). Y una vez hechos estos descubrimientos sí que se pierde el miedo. No sé cuántas capas de Audacius apliqué en mis pestañas. Lo único que puedo asegurar es que nunca las he tenido más largas ni más pobladas. Y ojo, sin que pareciesen postizas, sino largas y bonitas pero 100% naturales.

Espero que hayáis aprendido algo con este relato. Al menos estas dos cosas: a veces los sorteos te tocan y fuera miedos a la hora de maquillarse.