Pues aquí nos vinimos y aquí sigo. En Miami. Redescubriendo una ciudad inagotable y disfrutando sus rincones, paisajes, restaurantes, tiendas, amigos. Las dos veces anteriores vine por trabajo. Promociones. De “Amantes” y de “El laberinto del fauno“. Así que ahora tocaba disfrutar.
Llegar la primera noche e ir a cenar a la terraza del Mandolin. Sus pescados y ese ambiente delicioso. En Mimo (Miami Modern). Y como no, sumergirte al día siguiente en pleno bullicio de Miami Beach y entrar a la terraza del SLS, el mítico hotel (antes Ritz) y comer en Bazaar de José Andrés, flipante. Me encanta su piscina con el famoso pato. Y el hotel es precioso. Justo pegado al Delano, otro mítico, en plena Collins Avenue.
Por la noche, las vistas desde la terraza-ático del Juvia y su jardín vertical y su ambiente en Lincoln Road hace las delicias de muchos aunque personalmente el servicio me pareció lamentable. Y hay un mexicano que, aunque es una cadena, es delicioso. Se llama Rosa Mexicana, se come de cine y hacen unas margaritas de flipar. Las raciones gigantes. Cuidado al pedir.
El próximo lunes más.
Os dejo también fotitos sin más, de esas que alegran la vista. Mis postales.
Besos a tutiplén