Cuando la crisis empezó a vaciar nuestros bolsillos y cuentas corrientes, el sector de la beauty fue uno de los primeros en notarlo. Es difícil invertir en un sérum antiarrugas cuando el fin de mes comienza el día 15. Ante esta complicada coyuntura económica, las firmas cosméticas reaccionaron de dos maneras diferentes. Unas apostaron por lanzarse a vender la mayor cantidad de productos posible o adentrarse en terrenos en los que no eran verdaderos especialistas, aunque esto fuera en contra de la propia filosofía de la empresa. Una cosa es modernizarse y adaptarse al variable gusto de un creciente público ávido de novedades y otra bien distinta es que no te reconozca ni la madre que te parió. Y que conste que no estoy criticando a las que eligieron este camino: vivimos en una sociedad hipercapitalista, esto es un negocio y las ventas son la clave de la supervivencia. En cambio, otras se decantaron por seguir fieles a una manera de hacer y entender la belleza y continuar construyendo su marca.
Despacito y con buena letra y ajena a los vaivenes de las modas y mercados, Acqua di Parma pertenece, sin duda, al segundo grupo. En estos años convulsos, no solo no ha perdido ni un ápice de su identidad sino que ha salido reforzada. La tradición italiana, la elaboración artesanal, los ingredientes de primerísima calidad y esa elegancia atemporal capaz de cautivar tanto al abuelo como al nieto siguen estando presentes en cada uno de sus lanzamientos. Y es que las cosas bien hechas no entienden de saltos generacionales. Colonia Club es un eau de cologne moderno y original que se presenta en el clásico frasco art decó que Acqua di Parma lleva utilizando desde los años 30. Inspirada en el mundo de la equitación, es una composición de salida cítrica, con un corazón fresco de menta y gálbano y un fondo amaderado de vetiver haitiano. A mí me parece todo un acierto y seguro que aquellos perfumistas visionarios que crearon la marca en un pequeño laboratorio de esencias en 1916 estarían de acuerdo conmigo. Al galope se llega antes, pero al paso se llega mejor.
