Hoy os enseño el Delta del Tigre. El quinto delta más grande del mundo (220 km cuadrados) y el único que desemboca en un estuario de agua dulce que es el Río de la Plata, el “río color de león“, como lo bautizó el poeta Leopoldo Lugones, que puso fin a su vida justo allí, en el Tigre, en una casa que aún se visita.
Con Judith y Gonzalo, mis amigos que vienen a verme desde España; Noé, mi alma gemela; con mi amor, y con mi querida porteña Luz, (mi mayor y mejor descubrimiento de hace 8 años ya y su sobrina y amiga divina Inés ), nos adentramos en ese mundo remoto a poco más de 50 kilómetros de Buenos Aires.
Paseamos en nuestra lenta barca bajo un cielo sin una sola nube y vamos descubriendo cientos de islas con casas elevadas y amarraderos rústicos, edificios que nos hablan de un siglo XIX de opulencia y refinamiento con su mítico Tigre Hotel y sus clubs de remo.
Amarramos para comer bajo la sombra en el Río Bistró,al borde del agua.
Y de regreso al continente el café siempre en el Boulevard Sáenz Peña, lleno de restaurantes, bares y tiendas de decoración maravillosas.
Y me cuentan que El Tigre inspiró a Julio Cortazar a situar su inquietante “Relato con un fondo de agua” en una isla solitaria de este delta.
Besazos y a comenzar un maravilloso febrero.