Mi fin de semana en el Royal Palm de Marrakech

Desconectar y reírme mucho. Eso es lo que conseguí durante mi estancia en el hotel Royal Palm  Marrakech, del que os hable en el post “Royal Palm Marrakech, un hotel para disfrutarlo” el martes pasado. A pesar de ser un viaje de trabajo en el que iba a coincidir con otros cinco periodistas, de los cuales sólo conocía a uno, me apetecía mucho volver a Marrakech, una ciudad en la que estuve hace siete años. No había vuelto y debo reconocer que es un estupendo destino, incluso para un fin de semana, ya que se encuentra a menos de dos horas de Madrid (en avión, of course).

Este tipo de viajes siempre son una lotería y lo digo tanto en plan positivo como negativo. El destino puede ser maravilloso o un espanto, la organización espléndida o nefasta y los compañeros, al ser desconocidos, pueden alegrarte o arruinarte la experiencia. En este caso me tocó el gordo. Destino maravilloso, hotel impresionante, organización perfecta y compañía inmejorable.

He de reconocer que soy una chica fácil (para viajar, me refiero) aunque con los años cada vez me he vuelto más exigente con los hoteles. Sobre todo con aquellos en los que te “venden” lujo a precios desorbitados pero en los que el servicio, las instalaciones, la comida o la limpieza, por ejemplo, se encuentran a años luz de la categoría que ostentan. En este caso, el hotel esta a la altura de los clientes más exigentes con este tipo de detalles.

 Hasta ahora no conocía la cadena hotelera Beachcomber porque el de Marrakech es el primer establecimiento que han abierto fuera de su radio de acción habitual (Isla Mauricio y Seychelles), y debo decir que me ha sorprendido muy gratamente. Pero como del hotel ya os hablé en el otro post, hoy os quiero enseñar mi fin de semana en imágenes.

Por supuesto, además de disfrutar del hotel fuimos a la Medina donde hicimos algunas compras, comimos en un estupendo restaurante (Le Jardin), disfrutamos de Le Jardin  Majorelle,…