Vale que no mido uno setentaytantos, vale que mis piernas no son kilométricas, vale que no tengo una nariz perfecta ni unos labios sensuales. Vale que no desfilo en las mejores pasarelas del mundo y que a mi paso pocos vuelven la cabeza. Vale. No hay discusión al respecto, no soy Kate Moss, pero la top y yo tenemos algo en común: una melena que domesticar. Y en esto, casi puedo asegurar que la mía es tan poderosa como la suya. Ella rubia, yo pelirroja. La de ella torturada casi a diario por tanto peinado, tanta coloración, tanto secador y tenacilla y tanto producto de styling. La mía asilvestrada, virgen de tintes, insumisa a los brushing, cepillos y peines, pero agradecida a los cuidados cosméticos que le proporciono: buenos champús y acondicionadores ligeros. Confieso que para atusarme hasta ahora solo usaba los dedos, un peine de madera de cerezo que me agencié en Singapur en una tienda vintage china de abanicos y peinetas (siempre fui un poco folclórica) y, cuando el frío arrecia en el exterior, un secador especial para cabellos rizados que me lo seca sin encrespar. Y de vez en cuando, muy de vez en cuando, un leave off que me potencie las ondas con el que intento emular la textura y la calidad de rizo que me aparece de manera espontánea cuando estoy a la vera del mar. Y digo hasta ahora, porque la semana pasada (¡Oh sorpresa!), en un taller organizado por Kérastase y de la mano de Soledad Rebollar, –maquilladora, estilista y asesora de imagen de muchas celebrities-, he descubierto los secretos de Kate para hacer con su melena lo que le da la gana. Convertida en portavoz de la gama “Styling Alta Costura” de Kérastase, que la marca lanzó hace unos meses, sus looks sirvieron de gancho para que Soledad me descubriera como tener el pelo marítimo aunque lo pasee por Madrid.
También he aprendido a hacerme las ondas surferas y que me duren más allá de 6 horas. Primero, hay que quitar el exceso de agua con un secador, sobre la melena húmeda, aplicar con los dedos Bucles d’art (27€)… continuar secando, al aire o con difusor… y cuando aún hay humedad (alrededor de un 30%), ir mechón a mechón (gruesos para que todo sea más rápido) aplicando un poco de Spray à porter (27 €) de raíz a puntas (que tiene sales minerales, como que ya os he comentado); cada mechón se enrolla sobre sí mismo y haciendo una minicoca o moñete en plan valenciana se cogen con una horquilla y o bien se deja secar al aire o bien chorro de calor al canto. Para terminar, solo hay que quitar las horquillas y abrir los bucles con los dedos. El resultado (este finde lo he probado) es alucinante. Lo mejor es que aguantan una dormida, y hasta dos.