Agosto empieza a dar sus últimos coletazos, una agonía que se traduce en nostalgia en nuestros corazones. El sol se pone en el ocaso y en nuestra intuición se forja la certera conclusión de que ese degradado de naranjas y violáceos pronto dejará de garabatear los cielos para dejar paso a un gris cetrino que nos traerá más nostalgia. La del fin del verano. Recuerdo cuando tocaba regresar a Madrid después de dos meses en el pueblo. Yo era pequeña, pre-adolescente podríamos decir, con los sentimientos en ebullición y una horda de hormonas alterando mi paz espiritual. Mi madre era muy fan del Dúo Dinámico (todavía conserva los vinilos guardados en un maletín a cal y canto, yo creo que no se acuerda…) y en el trayecto siempre solía poner “Amor de verano”. Aunque aquella melodía para mí era de ‘carcas’, no podía evitar emocionarme con aquellos acordes del estribillo: “Nunca nunca nunca nunca maaás, sentiré tanta emoción, como cuando a ti te conocí y el verano nos unioooó (…)”. Y entonces reproducía en mi memoria las escapadas con la bici, las primeras caladas furtivas a los Condal largos (por eso de que duraban más. Celtas si no había pesetas con qué pagar…), las tonterías que se hacía cuando uno de la pandi te gustaba… Un sinfín de hazañas que tatuaban nuestro corazón del mismo modo que nosotros lo grabábamos en las cortezas de los árboles. Con flechas incluidas… 


Con la edad todo cambia. El concepto del verano, su duración, su disfrute… Los chinos al mes de agosto lo consideran “verano tardío”. Según la medicina tradicional china en esta época hay que procurar mantener una actitud mental pacífica con el fin de evitar sufrir agotamiento en otoño. Es un momento perfecto para concentrarse, para la introspección, para curas de silencio con uno mismo, para meditar y que la energía se alimente y fortalezca. Es un momento perfecto también para disfrutar de la naturaleza. De las temperaturas que se van diluyendo, del sol templado que te arrulla sin cocinarte, de hacer escapadas a paraísos naturales y entornos de paz que te reconfortan los sentidos. 



Y si tengo que elegir, yo lo tengo claro: El hotel La Residencia en Deià, Mallorca (http://www.hotellaresidencia.es), un pequeño edén a las faldas de la sierra de Tramuntana. Dicen que Deià es refugio de artistas. Desde sus empinadas calles ya puedes ver esas casas señoriales, algunas tan fundidas en el entorno que parecen cinceladas en la propia colina, y desde sus grandes ventanales abiertos de par en par se pueden ver los caballetes y los lienzos, los óleos, y algunos trazos de lo que en un futuro serán estampas de esta bella ciudad de la parte noroeste de la costa mallorquina.


 De La Residencia destacaría su decoración, genuina, auténtica de la zona, de aquellos caseríos señoriales de antaño que conservan su magia; sus suites con imponentes vistas a la sierra, donde los anocheceres te regalan el sonido de las aves y el brillo de las estrellas, y los amaneceres, el color vivaz de un nuevo día; la terraza del restaurante El Olivo, donde probar las delicias de la tierra o tomarse un té y pastas con vistas, ¡y qué vistas!; y por supuesto el spa y la zona de belleza, seleccionado como uno de los 4 mejores spas de Europa, Asia Menor y Rusia en 2010 por Condé Nast Traveller

De su menú spa destacaría dos corporales: Olive Activator (más dinámico) y Citrus Siesta (muy relajante), porque están diseñados y elaborados con recetas a base de materia prima autóctona: el aceite de oliva extra virgen y los cítricos. El primero de ellos es como una sacudida que espabila los sentidos. Exfoliación y masaje enérgicos para templar los tejidos que acaba con un sorbete de limón y aceite de oliva de elaboración propia bastante rico, por cierto. El segundo incluye un masaje especial, pausado y rítmico, que te hace entrar en trance (casi) desbloqueando tensiones.

 También recomendable la terapia cráneo-sacral, una técnica muy suave con la que se estimula el buen funcionamiento de nuestro cuerpo aliviando presiones que se van generando en el cuello y médula espinal. Y para los más espirituales, el Aura-soma, un sistema algo complejo por el cual mediante el color se establece un puente entre lo que creemos que somos y lo que realmente somos, lo que mostramos al exterior y lo que realmente hay en nuestro interior, una ayuda a abrir puertas hacia nuestra verdadera esencia, hacia quien realmente somos. Suena bien, ¿verdad? Pues eso y más, en Deià.


4 Comentarios

  • Anonymous
    Posted 29 August, 2013 1:02 pm 0Likes

    Bonito post….ganita se le queda a una de Residir en La Residencia…..TuItzi

  • Ines Rocha
    Posted 29 August, 2013 5:15 pm 0Likes

    Que maravilla de sitios,el año que viene quizás…..!!

  • Anonymous
    Posted 17 September, 2013 8:32 pm 0Likes

    Madre, tu si que sabes pasar un buen verano. Si tienes fotos chulas, te recomiendo que les saques partido en la promoción de Teka en su facebook, dónde el premio es una batería! Os dejo el link por si os animáis https://www.facebook.com/TekaGrupo/app_154581087931912

  • Eugenia León
    Posted 25 November, 2013 2:05 am 0Likes

    Qué envidia!!!

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