Aristóteles, que de esto entendía un rato largo, afirmaba que la duda era el principio de la sabiduría. Y Borges creía que dudar era sinónimo de inteligencia. Si estos dos mitos están en lo cierto, a estas alturas yo debería andar entre Da Vinci y Einstein porque me he dado cuenta de que todo me genera incertidumbre. Algo que, por otra parte, no debería sorprenderme porque los periodistas nos alimentamos de preguntas, que en la práctica son dudas flanqueadas por signos de interrogación. Cuando una entrevista cae en nuestras manos, nos fijamos antes en las preguntas del plumilla que en las respuestas del personaje en cuestión y soltamos un “qué entrevistón” o un “se le ha escapado vivo”, porque en el mundo de la interviú no hay término medio. Pero a lo que voy, que últimamente me asalta una batería de dudas que me gustaría compartir con vosotros para que, entre todos, busquemos soluciones.
-Cuando un colega te llama y te dice “nos vemos a mediodía”, a qué hora se refiere. ¿A las 12 h. o a las 14 h.?
–¿Cuál es la vida útil de los calcetines? ¿Hay que deshacerse de ellos cuando afloren los tomates aunque la parte visible esté como nueva?
-¿Por qué hay vecinos que se quedan a charlar con la puerta del ascensor abierta?
-¿Por qué en el único cinturón que tengo no hay un agujero a mi medida? He ido al zapatero media docena de veces con el punto exacto marcado a boli y no hay manera. O se me caen los pantalones o voy respirando a sorbitos.
-¿Cómo es posible que dos personas normales paseando sean capaces de ocupar por completo una acera de metro y medio de ancho?
-¿Por qué cuando llueve los que llevan el paraguas abierto caminan pegados a la pared? ¡Coño, deja el sitio resguardado para los que hemos salido a cuerpo de rey!
-¿Puede alguien que no se sepa el avemaría cocer correctamente un huevo?
-Si le abres la puerta a tu chica para que ella pase primero, ¿estás siendo galante o micromachista?
Ya os digo, soy un océano de dudas. Y si trasladamos este sindiós al mundo de la cosmética, la cosa adquiere tintes dramáticos.
-¿Por qué hacen desodorantes que duran 48 h.? ¿De verdad hay alguien que tiene pensado estar dos días sin ducharse y que además pretenda oler bien?
-¿Por qué los solares que aseguran ser waterproof recomiendan en el propio envase una reaplicación del producto después de cada chapuzón?
-¿Por qué todas las fragancias son para hombres seguros de sí mismos? ¿Qué pasa con los que dudamos? ¿Podemos utilizarlas o no?
-¿De verdad una maquinilla de afeitar, por muchas cuchillas que tenga, puede convertir el afeitado diario en un verdadero placer?
-Y lo que es más acojonante, ¿por qué el pelo levemente sucio (por ejemplo, después de la siesta) queda mejor que recién lavado?
Por si esto fuera poco, es precisamente en los temas en los que no tengo duda alguna donde siempre me equivoco, como por ejemplo “este año le ganamos la final de la Copa del Rey al Madrid”. De las poquitas cosas que sí sé es que François Demachy, el perfumista de Dior y el creador de sus mejores esencias, tiene una sensibilidad especial para componer fragancias masculinas. ¿Lo dudáis? Pues catad la versión 2013 de Dior Homme Cologne y decidme si estoy equivocado. Cuesta 93 € / 125 ml.
5 Comentarios
Ines Rocha
Ja,ja, ja eres terrible doy fe de lo del pelo!!!!
Monika Sanchez
Jajaj que chula la entrada ^^
Me ha gustado mucho y me he reido con algunas preguntas como la del desodorante y la del paraguas jaja
Os sigo, un besazo,
Os dejo mi enlace por si queréis conocer mi blog ^^
Guapa Al Instante
King of Pop
Correcto.A mi siempre me surge la misma duda en la cola del supermercado…
¿1 pack de cervezas es 1 artículo ó 6 cervezas?
Si me pongo en la caja-rápida-máximo-5-artículos ¿me echará la cajera pa'trás después de estar esperando al considerar que son 6 cervezas?
GranT
¿Y una docena de huevos?
Grandes dilemas de la humanidad, querido Rey…
Tamara
Lo has clavado en las preguntas 😉
http://comounaprincesasintonterias.blogspot.com.es/2013/03/see-you-soon.html