Mi familia proviene de un núcleo rural con mucha esencia en España y algunas que otras exportaciones en su haber que han hecho posicionar nuestro currículum cultural en el top ten de cosas españolas ricas, como el queso manchego, el ajoarriero o el pisto. (Manchego, of course). Y en ese núcleo rural, si te veían pasear por sus angostas calles sola, sin amo, pronto te espetaban… ¿Y tú, de quién eres? En plena E.G.B. (E.S.O. para los de ahora) y reciente en mi despreocupada memoria la Historia de Roma, solo me venía a la cabeza el devenir de los Patricios y los esclavos, y el poder que otorga un nombre, una procedencia, un arraigo… En cuanto soltaba “la nieta de la Fundadora, la de la Leo”, enseguida soltaban un “¡Ahhhhhhhhh!” y ya podía seguir correteando por aquel paisaje rural a mis anchas, sin miradas acusadoras…

Hasta hace poco tiempo, pasaba lo mismo con los complementos, no tenían nombre propio, transitaban por las estanterías de las tiendas de moda sin pena ni gloria, huérfanos y sin autoridad… Ahora, además de nombre y apellidos y personalidad propia, tienen espacios ad hoc, se valen por sí solos para situarse en los primeros puestos de los deseos indumentarios de muchos.

Me viene a la mente Su-Shi (www.su-shi.com/), y no, no me estoy refiriendo a sabrosos bocados nipones, sino a una firma española que ha dado en el clavo del “boho-chic” o new hippie. Se puso en boca de todos por un inocente modelo de bolso —el Old Skool— que ha terminado convirtiéndose en un ‘it bag’ en toda regla… Tanto, que ahora además de encontrarlo en infinidad de colores y acabados, hay lista de espera si te quieres hacer con los modelos más solicitados de la temporada.

Su baza es su inconfundible rollo ‘hand made’, todos sus diseños son artesanales trabajados con materiales de alta calidad, mimo en el detalle, y cierto acabado desgastado que quizás ha sido lo que ha conquistado a muchas. Poco a poco la familia fue creciendo y a los bolsos ahora les acompaña una buena colección de calzado, accesorios como cinturones y bisutería, ropa… Desde que la descubrí, ha logrado que no me pierda ni una de sus colecciones, todas ellas me han conquistado, quizás por ese trasfondo bohemio que siempre me acompaña y que no me libro de él ni en la Embajada de Francia.

Otra de esas que conquista por su factura artesanal y sobre todo por la excelente calidad de su materia prima es Codello, una firma de ‘carácter alemán, espíritu italiano’ que solo se dedica al diseño y fabricación de pañuelos, chales, pashminas

Todo es elaborado en casa, desde los ricos prints a la elección de colores. Verlos de cerca te hace cambiar la opinión de estos socorridos accesorios, que siempre han estado en un plano ahí, extraño, para aderezar un poco el estilismo si te ha quedado como con poca gracia, pero los de Codello son de esos que los miras, los hueles y —sobre todo— los tocas, y no te importa invertir en una pieza para llevarla siempre contigo. Os dejo con algunos de sus diseños actuales y con un adelanto de su próxima colección de invierno, incitan a desear el desplome de las temperaturas…

Y concluyo con una mini colección que acaba de ver la luz, la de Dolores Promesas, y me quedo con ella porque sigue dando protagonismo a una tendencia en alza y que cada vez coge más peso: lo artesanal y personalizable.

Esta mini colección, da protagonismo a los tejidos personalizados y la fuente de inspiración ha sido uno de los manjares de la infancia preferidos de su creadora: las magdalenas. Con todo, nos encontramos una época en la que los complementos y accesorios están viviendo su época de gloria, son imprescindibles no solo para cambiar look en cerocoma, sino para forjar nuestra individualidad. Son los elementos que nos definen, que diferencian un Zara de otro Zara logrando que no escondas la cabeza cuando te encuentras por la calle o coincides en el bus. Porque es posible que solo tú hayas elegido ese complemento, y ahí radica nuestra singularidad. Larga vida a los complementos…

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