Estoy cansado de escuchar en las presentaciones de belleza a las que acudo regularmente que un hombre con arrugas y canas puede seguir siendo atractivo 
(véase la publi de Brad Pitt y Chanel Nº5) mientras que, en una mujer, estos mismos signos del paso del tiempo son considerados defectos. Lo más sorprendente es que este disparate siempre sale de una boca femenina. Cada vez que llegan a mis oídos sentencias del tipo “es que nos obligan a estar perfectas” a mí me hierve la sangre. Y es que parece que los hombres somos los responsables últimos de que ellas vivan subidas a unos tacones infinitos que les destrozan los pies, la columna vertebral y, en ocasiones, el alma, que no puedan salir de casa sin aplicarse antes una base de maquillaje, un brillo de labios y un toque de blush, que tengan que camuflar bajo un baño de color la media docena de canas que se insubordina en la zona posterior del cabello o que en cuanto una arruga empieza a hacer acto de presencia se vean obligadas a recurrir al bótox, ácido hialurónico o cócteles de vitaminas. Es como si la sociedad les hubiese impuesto la dictadura de la juventud y ellas, obedientes como son, la aceptasen con una abnegación casi religiosa. 
Pero echemos la vista atrás: hace poco más de un siglo en este país la mujer no podía votar, ir a la universidad o acceder a un puesto de trabajo, ni llevar pantalones ni cortarse el pelo por encima de las orejas. Y me quieren hacer creer que en cien años de lucha constante la mujer ha logrado cambiar las normas establecidas, ha roto con estereotipos fuertemente anclados en la sociedad por milenios de machismo y ha acabado con desigualdades inaceptables, pero que es incapaz de poner punto final a lo más trivial: el autoritarismo de la arruga. Es como si me dicen que han coronado la cima del Everest pertrechadas únicamente con una navaja suiza, pero que no han conseguido subir en coche al refugio de Navacerrada. ¡Ja! Pues resulta que de esto también somos culpables los hombres. Y a mí que nos afeen la conducta por los inconvenientes derivados de la coquetería y vanidad femeninas no me hace gracia precisamente. Y tampoco entiendo que no la asuman como algo propio. La vanidad es tan humana, y necesaria, como el sentido del humor y una cualidad muy femenina que no debe ocultarse ni disfrazarse de nada. Antes al contrario, habría que potenciarla, llevarla por bandera e incluso ponerle un piso. Creo que el hombre, por naturaleza, es menos vanidoso (haberlos haylos), de ahí que los que nos interesa de la cosmética es su faceta más práctica. Nos exfoliamos para lograr una afeitado menos agresivo y no para eliminar las células muertas, limpiar de suciedad los poros o tener un cutis resplandeciente. Lo demás son efectos secundarios. Beneficiosos, sí, pero poco importantes para la mentalidad masculina. 
Así que, señoras, acepten su vanidad como una virtud y no como una condena, enarbólenla como un rasgo distintivo capaz de crear un mundo más bello, con más color y menos imperfecciones y que además huela a cardamomo, bergamota y jazmín. Súfranla si es necesario, pero no nos culpen a nosotros de ella. La mujer se acicala para gustarse a sí misma, mientras que nosotros lo hacemos para gustarles a ellas. Cuántas veces les habéis dicho a vuestras novias, esposas o compañeras, justo antes de salir de copas, que están increíblemente atractivas y ellas han chasqueado la lengua, han puesto cara de “no me veo”, han regresado al armario y se han creado un look completamente nuevo. Y no sé si a vosotros os pasa también, pero yo encuentro muchísimo más guapa a mi santa recién duchada, con la toalla todavía enrollada a la cabeza y con la cara lavada que cuando nos vamos de boda. En definitiva, no creo que haya que justificar la vanidad y muchos menos culpar de ella a la presión social porque la mujer ha demostrado sobradamente que es capaz de romper con todas las injusticias que se le pongan por delante. Os gusta sentiros guapas y deseadas, asumidlo sin más. No busquéis excusas. Y para ese reducido aunque creciente grupo de hombres coquetos que no se avergüenza de serlo, aquí van cuatro fragancias recién salidas del horno para deleite de las narices más exigentes. 

John Queras recomienda: 

 -Freedom, de Tommy Hilfiger: guiño a la herencia náutica de la firma e inspirada en el mar abierto, esta eau de toilette va dirigida a los hombres que no creen en el mañana y cuyo lema vital es carpe diem. De venta exclusiva en El Corte Inglés. Cuesta 72 € / 100 ml. 

-Eau Savage Parfum, de Dior: el clásico de 1966 se viste ahora con sus mejores galas nocturnas. La mítica petaca mantiene intacto su espíritu de alta costura que se vuelve más misterioso y profundo gracias a la calidez de la mirra y a la fuerza del vetiver de Haití. A la venta, la próxima semana. Cuesta 88 € / 100 ml. 
-Armani Code Ultimate, de Giorgio Armani: eau de toilette intensa, elegante y de personalidad compleja, perfecta para hombres acostumbrados a ganar en el juego de la seducción y en cuyos armarios no falta un esmoquin. Cuesta 86 € / 75 ml. 

Noir, de Tom Ford: prácticamente todo lo que lleva la firma del diseñador texano me gusta. Desde los trajes hechos a medida que luce Daniel Craig en la última de Bond hasta esta eau de parfum oriental y muy enigmática. Eso sí, para catarla tendréis que esperar una semana. Cuesta 115 € / 100 ml.

3 Comentarios

  • La Dulzura de la Belleza
    Posted 26 October, 2012 1:44 pm 0Likes

    Me encanta!! Estoy totalmente de acuerdo.
    Yo creo que es una forma de lavar nuestra conciencia.
    Yo he escrito un libro sobre cosmética (La dulzura de la belleza) y a veces me he sentido culpable por defender temas tan banales como la cosmética en vez de pensar que es un bien para todas aquellas mujeres "vanidosas". ¡Arriba la vanidad femenina!

  • Laura
    Posted 26 October, 2012 3:13 pm 0Likes

    Me ha encantado!!, que razón tiene!!

  • Anonymous
    Posted 29 October, 2012 12:50 am 0Likes

    Olé mi niño!!!!….. Pero no te engañes, muchas se arreglan para gustar a las demas, no a los demas. Y muchas creen que lo de arreglarse es una frivolidad, pero les molan las mujeres ouestas y acicaladas. Yo, me arreglo, para que hombres como tú, con los que no tengo ninguna posibilidad, me digan eso "estas que crujes" ….y soy tan tonta que me lo creo y se me sube la belleza y la autoestima por encima del moño y me como el mundo…..
    La Chari

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