Vienen tiempos duros para las firmas de cosmética. La situación está jodida. El índice Nikkei ha dejado su puesto en la bolsa japonesa para regentar un asador segoviano en la madrileña plaza de Lavapiés. No disfruta como antes con los vaivenes bursátiles nipones ni le preocupan ya la liquidez a corto plazo ni la capitalización de las empresas. Para él, la economía se ha convertido en una fruslería sin sentido. Ahora ha vuelto a sonreír porque dedica su jornada laboral a cortar al plato tiernos y deliciosos cochinillos en vez de subir y bajar al son que tocan los indicadores macroeconómicos. Pero no queda ahí la cosa. La prima de riesgo está tan alta que ha empezado a sufrir ligeros vértigos y algún que otro vahído. La pobre no tiene la culpa de nada, pero todo el mundo la responsabiliza de las miserias de la coyuntura actual. Y ya no aguanta más. Para sobrellevar toda está presión se toma a escondidas dos biodraminas en cuanto suena la campana de la bolsa de Nueva York. Si a esto le sumamos las subidas del IVA y de la retención del IRPF, el resultado es que el cajero automático del banco no nos da ni los buenos días. El otro día metí la tarjeta y en lugar de billetes salieron arañas. Y claro, entre que la economía mundial está como está, y la nuestra ni te cuento, los españolitos de a pie tenemos cada día menos leuros en la cartera. Y los que tenemos los destinamos a pagar la hipoteca, la comida, la luz, el agua, el Bacardí, etc. En definitiva, bienes de primera necesidad. ¿Y la cosmética y la perfumería? ¿Son bienes de primera necesidad? Está claro que según la pirámide de Maslow, no. Pero a estas alturas, yo no estaría tan seguro.
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| Foto: Trucci Studio |
Además, las marcas blancas se están zampando un bocado cada vez mayor de la tarta de la cosmética, por lo que los fabricantes se han visto obligados a ponerse las alcalinas y están que lo tiran. Así, los botes y frascos se están abrigando de cara al otoño con pegatinas de entretiempo que ofrecen más por lo mismo y rezan bonitos mensajes del tipo “20% de producto gratis”. Otros van más allá, se dejan de porcentajes abstractos y anuncian un “mega ahorro” de traca. Por lo menos, la vuelta al beautycole nos saldrá algo más barata. Pero estas ofertas no se circunscriben únicamente al mundo de la belleza. ¿Podría alguien decirme cuál es el número máximo de gafas que puede regalar Alain Afflelou por un euro más? Y es que este promiscuo del ofertote parece un pozo sin fondo en esto de obsequiar lentes. Para seguir con el ahorro en esta cuesta de septiembre, me he propuesto acabar con el bote de aftersun. Este tipo de productos tiene por lo general un PAO de 12 meses. Es decir, que llegaría muy justito al próximo verano. Así que en lugar de dejarlo olvidado en cualquier rincón y sustituirlo por otro justo antes de que empiecen las siguientes vacaciones, como hacemos siempre, lo reciclo en crema nutritiva corporal y me quedo más a gusto que en brazos. Y una última cuestión dirigida a la presidenta de la comunidad: con tanto recorte, ¿qué nos depara el futuro a los beautywarriors? ¿Acabaremos yendo a nuestras beautyparties con los tápers medio llenos de hidratante con SPF 15 y nos llevaremos una almendra de contorno de ojos envuelta en papel de plata? Ay, para lo que hemos quedao.
Foto: Trucci Studio
2 Comentarios
Unknown
Pues me parece super bien que para tener mayor competencia amplíen la cantidad de producto así salimos nosotros beneficiados!!! gracias por el post como siempre muy gracioso!
Mi Reino Por Un Gloss
Estimado John Queras,
No puedo por menos que felicitarte por lo acertado de tus comentarios. Yo que tú consultaría al gran Sandro Rey, que tantas noches me ha amenizado, sobre el futuro de los beautywarriors, porque seguro que nos da un numerito de la buena suerte con el que nos toque el euromillón para poder comprarnos un millón de cremas e inyectárnoslas en vena.
Porque, reconozcámoslo, cada vez somos más beauty adictos en el mundo.
Un abrazo!