Que es el icono por excelencia de la capital francesa, París (que seguro que más de uno pasa por allí esta semana de asueto, Santa para unos y lúdica para todos), es una de esas ciudades a la que hay que dedicar media vida para conocerla. Lo que suele ocurrir es que, normalmente, no tenemos más que un par de días para investigar y ver más allá de los monumentos y calles cliché, que por otra parte son una visita de obligado cumplimiento si es la primera vez que se patean sus calles. A saber, la mencionada torre, Notre Dame, los Champs Elysees, el cementerio de Montparnasse; la Bastilla, el Trocadero, el Louvre, las Tullerías, el barrio latino… Hay tanto que abruma, así que desde aquí os propongo un plan alternativo: ser selectivos con las piedras y museos a visitar y dedicar el resto del tiempo a callejear al gusto sin gastar demasiado. Porque París, es tan caro como hermoso. 

De ahí que convenga pertrecharse con una mochilita, unas converse, unos vaqueros multiuso, un pañuelo para el cuello (por la noche y a la vera del Sena sopla una brisa que traiciona gargantas y provoca resfriados a más de un turista despistado) y varias prendas superpuestas para emular a las cebollas e ir quitando y poniendo capas según venga el aire (entre las prendas, no debe faltar el clásico chubasquero, de esos que se pliegan y caben en cualquier lado), que la lluvia moja y en París no escasea tanto como esta temporada en España. Pero a lo que iba, al París alternativo, al de que le salga a uno todo gratis o casi. Periodistas, estudiantes, jubilados y menores de 12 años, entran por la patilla en muchos de los mencionados monumentos y exposiciones. Así que no os dejéis en casa ningún carné que igual os vale. Conviene comer de sándwich o bocata (es más, recomiendo llevar en la maleta ibéricos bien envasados al vacío y allí solo comprar el pan que hay que decir que es buenísimo). ¿Dónde? En cualquier pradera que se tercie a lo largo del día. Es muy chic y parisino tumbarse a la bartola en los parques públicos y degustar las viandas elaboradas en el hotel. 

Por la noche, resulta muy romántico asomarse al Sena y sentarse en sus largos pretiles con una botellita del clásico vino de Burdeos (del que mucho presumen pero al que nada tienen que envidiar los españoles) o una de champagne, que se puede acompañar de un surtidito de quesos y otra baguette. Para moverse, lo mejor el metro, que va a todas partes y ofrece la posibilidad de sacar uno de esos bonos de un día. Los taxis son carísimos. Y una vez comidos y transportados. A los que vayáis a ir por allí, os recomiendo que os deis un garbeo por el Palais de la Découverte, (Avenue Franklin-Roosevelt) un centro de exposiciones permanentes perfecto para ir en familia y allí dividirse cada cual al tema que más interese. Hay ahora mismo tres aptas para todos los públicos: “Le Cheveu”, patrocinada por L’Oréal, está especialmente pensada para los niños entre 8 y 12 años (yo debo tener mentalidad infantil porque me lo pasé de miedo cambiando de imagen con un simulador, viendo mi cuero cabelludo con un microscopio,… y gozando de todas esas chorradas que ponen en una exposición interactiva pensada para los chavales); “Beauty animal”, un glorioso recorrido con unas imágenes impresionantes de los animales más bellos del planeta, y la de Helmut Newton, el fotógrafo de moda más emblemático del siglo XXI. Insisto, periodistas, jubilados y niños menores de 12 Free, gratis… Por cierto, subir a la Torre Eiffel es hacer unas colas de infarto y pagar un dineral (y aquí ni carné, ni nada de nada alivia el costo) Y para estar al día de todo lo que ocurre en París (e ir sobre seguro), os recomiendo cliquear www.nuevo-paris-ile-de-france.es/ una web con multitud de propuestas de ocio, gastronómicas, tendencias, exposiciones, moda… 
¡¡¡¡Bon Voyage!!!!

1 Comentarios

  • perfume
    Posted 9 August, 2015 8:27 pm 0Likes

    Thanks for finally writing about > MÁS ALLÁ DE LA TORRE EIFFEL – Belleza en vena < Loved it!

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