Es el slogan de moda para todos aquellos que estamos superados y yo lo estoy por la que se nos viene encima. Y no pensar mal, que no estoy hablando yo de politiqueo, no, yo estoy aterrada por los próximos 15 días a los que tengo que sobrevivir sin sucumbir a la báscula, las resacas, las compras navideñas, los atascos, las reuniones de amigos, las comilonas, las cenas familiares y el delicado equilibrio que tengo que mantener para no pasarme con el tabaco, el alcohol y las ganas de tirarme al cuello de ese pariente insufrible (que normalmente le da por cantar y lo hace fatal) y al que una no le puede decir nada porque “estamos en Navidad”. Y a mí me gusta toda esta jarana, que vaya por delante que no voy por ahí con el rollito de “qué depresión, qué horror, esto es un invento del Corte Inglés”… No, a mí me gusta el jolgorio más que a un mono un cacahuete y estas fechas son muy de juergas; lo que sí que es verdad es que me gustan más unas juergas que otras y que en todas me pasa lo mismo: como, bebo y fumo más de la cuenta. Y la verdad es que una ya no está para muchos excesos. Sé que tengo una edad en la que ya debería yo controlar mis impulsos, pero quizás uno de mis encantos es que lo de controlar mis impulsos me cuesta aún más que dejar de parlotear, que es otro de mis vicios, navideños y habituales. Pero a lo que iba, como lo que se dice controlarme, pues me cuesta, he puesto en marcha el dispositivo navideño, como la DGT. Un plan que me ayude a superar tres semanas en las que el autocontrol es una fuente de culpabilidad porque siempre caigo en la tentaciones. ¿Cómo decir que no a ese vinito reserva que saca mi cuñado en Nochebuena? ¿Cómo negarme a brindar con ese Moêt Chandon que frío es un manjar? ¿Quién es la guapa que se resiste a un gin-tonic de 209 (la mejor ginebra que he probado en la vida)?, y lo peor, ¿a quién no le apetece un purito (que yo fumo puritos de vainilla que huelen de maravilla) con las delicias dulces y el café cuando los vapores etílicos desperezan las lenguas y las confidencias, dimes y diretes dejan de estar presididos por la formalidad para inmiscuirse en las intimidades más suculentas? Yo soy una pecadora nata. Y pienso seguir siéndolo, pero sin que mi salud se vea seriamente comprometida.
 Así que además de no conducir con dos copas, no vaya a ser que me quiten puntos o tenga un susto al volante, tomo mis precauciones, que voy a contarlas por si a alguien le sirven de parapeto navideño. Primero, no mezclar bebida. Nada de empezar con una cervecita, luego un vinito blanco, otro tiento, el cava y el gin-tonic. Yo del vino, no me salgo, a lo sumo, brindo con un poco de cava o me da por empezar y terminar con esta burbujeante bebida, que dicen los muy finos que es lo que hay que hacer. Como, sin pasarme con el dulce, y mucha proteína rica (el jamón y los ibéricos al poder), porque el alcohol hay que mojarlo que si no empapa las entendederas demasiado deprisa. Antes de acostarme, me tomo un alka-zeltzer. El truco lo aprendí en el D.F (México), donde al abrir el minibar del hotel donde me alojé había varios comprimidos de este prodigio de medicamento anti resaca, pregunté el porqué y el camarero que atendía mi habitación (hay que decir que era un hotel de alcurnia y renombre) me contestó: “a muchos forasteros se les va la mano con el margarita y el tequila y más vale prevenir”. Así que yo prevengo y ya me he hecho con mis alka-zeltzer. Otro de mis recursos, es inflarme de vitamina c, la efervescente, justo antes de salir de casa, dos comprimidos unidos a otras dos píldoras de vitamina B6 y mi organismo recupera el fragor y la resistencia de los 20 años, aunque solo sea por una noche. La vitamina C es para superar la resaca del exceso de nicotina (que a mí casi me sienta peor que el del alcohol) y la B6 para que la segunda copa de vino no me deje grogui sobre el mantel. Y más, si puedo me echo unos bailes, para sudar las toxinas y los azúcares. Creo que solo bailo en Navidad (y es una pena, porque mira que me gusta y moldea la figura que es un primor) Y por último, siempre tengo en la nevera un par de litros de caldo casero, de ese que llaman del borracho, que hago con mimo y primor a fuego lento y que, aunque sea presuntuosa, me sale de maravilla y resucita a un muerto. Y mi último recurso, a la mañana siguiente, me levanto a tientas, exprimo un limón en dos dedos de agua, me lo tomo y espero a que ejerza su papel desintoxicante. Con estas astucias pienso resistir, a menos hasta el lunes que viene, que ya habré superado la primera semana de cachondeo.

2 Comentarios

  • Silvia Quirós
    Posted 19 December, 2011 12:38 pm 0Likes

    Yo ya he caido, he pasado un atasco horrible el sábado pasado que me volvió loca! menudas fechas par estar en la calle!! buff

  • RAQUEL
    Posted 19 December, 2011 6:00 pm 0Likes

    Muy buenos consejos!!la verdad es que yo no hago nunca nada para reprimir mis excesos ,siempre pienso que cuando pase Navidad me cuidare,pero como tu dices los años pesan y hay que cuidarse aunque sean estas fechas.
    Gracias y !!!!Feliz Navidad!!!

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