Es inevitable. Aunque intento escaquearme últimamente no hago más que ver a la canciller alemana por todas partes. Es una presencia mediática, en la tele, en los periódicos, en las revistas del corazón, hasta en sueños se me aparece ya esta mandataria teutona. Y la verdad, preferiría que se me apareciera otro personaje tipo George Clooney, porque es muy guapísimo y porque concretamente ella, me cae fatal. Sí, fatal. Quizás porque ha tocado mi corazoncito patrio, quizás porque a mí las marimandonas nunca me han gustado, quizás porque con la excusa de defender la estabilidad de la eurozona y del euro se está dedicando, en pro de la austeridad, a poner verde todo lo que tiene que ver con la cultura mediterránea, España incluida. Que si no somos productivos, que si nos pasamos el día de jarana, que si no trabajamos tanto como los alemanes. Y como ella nos pone deberes y parece que va a guiar nuestras vidas laborales, sociales y económicas durante los próximos meses, pues yo me voy a permitir la licencia de decirle a ella lo que pienso de su imagen, en mi opinión, pobretona y muy mejorable, y darle mis recetas como profesional para rescatarla frente al espejo, que buena falta le hace. 

 Además de querer hacernos creer que solo tiene un bolso, ese de color naranja que pasea por todos los mítines, y que no le hace juego para nada con los zapatones que suele acoplarse en los pies, su forma de vestir más que austera es de agente de la KGB. Fijarse, por favor, con falda o pantalón, últimamente siempre lleva las chaquetas blazers a explotar, no sé si por que le han encogido, porque ya ha aplicado sobre ellas medidas de recorte o porque desconoce las ventajas de la dieta mediterránea y se está poniendo gorda como un trullo a base de codillo, salchichas y strudel. Sea como fuere, mi primer consejo: por favor, señora Merkel, la próxima vez que renueve su vestuario, cómprese una tallita más o aplíquese su propio cuento de austeridad en la dieta, métase en cintura durante unos meses y pierda esos 15 kilos de despilfarro adiposo que se alojan en su pecho, abdomen, cintura, nalgas y glúteos. Porque el sobrepeso no es bueno para la salud. Los triglicéridos y el colesterol son los responsables de muchas enfermedades cardiovasculares y como siga así tiene usted todas las papeletas para que la tengan que rescatar de un mal episodio cardíaco. Además, le pueden salir varices, que luego quedan muy mal cuando una se pone el traje de baño. Austeridad a la mesa y disciplina en el gimnasio. Esa es la receta.

Y tengo más. Si me fijo en su cara pues digo, pero si no es fea, entonces ¿por qué resulta tan antipática? Además de porque lo de sonreír lo debe tener limitado por su religión, es que tiene unos surcos nasogenianos que le cuelgan hasta la barbilla, que le aportan un cierto aspecto de perro pachón, le agrian el gesto y le otorgan un semblante de carcelera que da miedo. Unos pinchacitos de ácido hialurónico para rellenar y otros de silicio orgánico para retensar es otro de mis consejos. Le procurarían un aspecto más lozano y entrañable, que no es usted tan mayor, que aún no ha cumplido los 58 (lo hará el próximo 17 de julio de 2012) y parece usted una yaya, pero malhumorada y gruñona. Y más recetas. No se deje usted el pelo largo, tipo melenita por encima del hombro y flequillo recto como sus costumbres prusianas, como llevaba hace un par de años. No, le queda mucho mejor ese corte bob tipo tazón-fraile, pero cámbiese un poco la raya de lado (que ya empieza a tener unas entradas propias de la falta de densidad capilar típicas los cabellos finos tan germanos, cosa que a las mediterráneas nos pasa menos –algo teníamos que tener de bueno-), o mejor, ¡no se haga usted raya!, desmelénese y deje que la libertad capilar se haga dueña de su escueto look y el movimiento natural e incontrolado de su melena le camufle las minusvalías capilares que comienzan a visualizarse. Por último, cuídese usted esas ojeras y patas de gallo, el botox va genial para congelar el gasto, perdón, el gesto del contorno ocular y aunque tiene los ojos claros y le durará menos que a la mayoría de las mediterráneas algo le hará, y ya no le quiero contar, si se atreve y se sube la cola de la ceja, que la tiene ya a la altura de la aleta nasal y eso avejenta también una barbaridad. Para terminar, le aconsejo unas clases de flamenco que le ayuden a enderezar esa espalda, que le está saliendo chepa, y a proporcionarle a sus movimientos una gracia y elegancia de la que ahora carece y, por supuesto, contribuye a fortalecer los huesos que con la menopausia la osteoporosis no perdona ni a germanas ni a mediterráneas.

4 Comentarios

  • GLOSSANDLIPSTICK
    Posted 12 December, 2011 12:16 am 0Likes

    Jajajaajaj, te habrás quedado a gusto, la verdad es que yo pienso igual y un poco de alegría a esta mujer no le vendría mal.

    http://glosslipstick.blogspot.com/

  • Liz
    Posted 12 December, 2011 2:27 am 0Likes

    Te habrá costado mucho escribirlo, pero no comparto tu opinión :-/

  • RAQUEL
    Posted 12 December, 2011 10:51 pm 0Likes

    Jajjaa!!!! Por favor,lo que me he reido!!!jaja que bueno!!no se puede describir mejor a esta señora

  • RAQUEL
    Posted 12 December, 2011 10:51 pm 0Likes

    Jajjaa!!!! Por favor,lo que me he reido!!!jaja que bueno!!no se puede describir mejor a esta señora

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