Los cosméticos viven en un permanente estado de desasosiego interior, mientras aguardan inmóviles en los estantes de tiendas y grandes almacenes a que alguien se fije en ellos, los compre y se los lleve a casa. Esperan impacientes, los pobres, a notar el vértigo de la gravedad cero que sienten cuando el dependiente los rescata del lineal, separándolos así del resto de sus hermanos gemelos idénticos, y los introduce en una bolsa con un cheque-regalo adjunto. Montañarrusear lo llaman ellos. Sudan entonces riadas de ácido hialurónico y pro-retinol. Los geles tiemblan como flanes; se cortan las leches limpiadoras; las notas cítricas de las fragancias, sobre todo la bergamota de Calabria que ya no está para estos tutes, desafinan; los aceites esenciales pierden su esencia, y las gominas, misteriosamente dejan de fijar. Éste es el peor momento, sin duda. Incluso peor que quedar relegado al final del almacén durante meses, acumulando polvo, hasta ser sustituido por el nuevo repackaging. La versión mejorada de uno mismo. El olvido. Sumidos en la más profunda oscuridad, encerrados en sus cajas de cartón reciclado, perciben movimiento, notan un suave bamboleo que les produce un mareo agradable, que les atonta y les hace perder el miedo por unos segundos, pero en seguida caen en la cuenta de que no tienen ninguna pista de dónde van y, lo que es aún más importante, con quién. 
Porque está claro que no es lo mismo acabar en el surco nasogeniano de Belén Esteban o en las cartucheras de la Tárrega, que en los muslos de la Pataky. Vamos, digo yo. O pero aún, en tinte capilar de Berlusconi. Ay. Y es que después de tanta investigación, tanta selección de ingredientes activos, tanto viaje alrededor del mundo para encontrar las mejores materias primas, el desarrollo y los tests de eficacia, texturas y fragancias, los estudios sensoriales y los paneles de prueba no es plato de gusto para ningún cosmético terminar tus días en el neceser de Terelu
Han realizado un largo viaje desde que no eran más que fórmulas estables anotadas en un cuaderno sobre la mesa de laboratorio, bautizados con un nombre alfanumérico, y se merecen agotar su PAO (Period After Opening, oséase, su fecha de caducidad) sobre pieles óptimas. Pero los cosméticos saben que no pueden elegir, que no depende de ellos, que han sido privados desde su creación y con carácter retroactivo del libre albedrío, que están en manos de un destino azaroso, unas veces cruel, otras magnánimo. Han oído historias terribles: cremas corporales a base de caviar del bueno aplicadas de cualquier manera, sin masajes ni movimientos circulares de arriba abajo; mascarillas faciales en velo de acción en 10 minutos retiradas antes de tiempo; lápices de ojos afilados con cuchillos de cocina, fragancias de edición limitada vaporizadas en lugares poco frecuentes, espumas de afeitar que se extienden por cutis sin exfoliar y sérums que se dan después de la hidratante. Saben incluso de la existencia de casas con más de 20 cuartos de baño en los que han aparecido cremas nutritivas momificadas al ser olvidadas, sin tapar, desde hace no se sabe cuánto tiempo. ¡Hasta aquí podríamos llegar!

Por eso, desde bellezaenvena.com, hoy, día 25 de noviembre de 2011, propongo la creación de la oenegéSalve un cosmético”, que dedicará sus esfuerzos y recursos a encontrarles un hogar digno. Un lugar en el que se sientan seguros, queridos y donde se respete su modo de empleo y sus instrucciones de uso, sus tiempos, su orden de aplicación. En definitiva, donde se sientan Cosméticos con mayúscula. Hasta las marcas blancas se merecen un respeto. Si estuviese en Facebook crearía un grupo y si tuviera Twitter lo tuitearía, pero como las redes sociales y yo no hemos socializado en absoluto, dudo mucho que el mensaje cale. Por eso, siempre que paséis por algún comercio que tenga a la venta cualesquiera artículos de beauty, miradlos y pensad que mejor que con vosotros no van a estar en ningún sitio. 

 John Queras recomienda salvar:
 -L’Homme Libre de Yves Saint Laurent: la última propuesta olfativa de Sanlo, como gustamos de llamar por aquí al maestro francés, es un canto a la masculinidad contemporánea. Para urbanitas que persiguen la libertad por encima de todo. Cuesta: 78 € / 100 ml.
Bálsamo anti-rojeces Sensitive Hydraderm de Möller pour Homme: tratamiento hidratante que actúa sobre los genes responsables de la irritación y el enrojecimiento, reforzando las defensas naturales de la piel y reduciendo la reactividad cutánea. Cuesta: 28,50 €.
Crema hidratante para hombre de Weleda: los aceites biológicos de jojoba y sésamo hidratan y alisan la piel del rostro y cuello, mientras que la cera de abeja protege de la agresiones externas. De rápida absorción, es perfecta como crema de día. Cuesta: 13,95 €.
High Recharge Energy Shot de Biotherm Homme: fluido hidratante formulado con activos antifatiga, como el ginseng, que acelera la microcirculación sanguínea, y la vitamina E, que protege la piel de la acción de los radicales libres y del estrés oxidativo. Cuesta 32,60 €.

3 Comentarios

  • Tania
    Posted 25 November, 2011 10:42 pm 0Likes

    Jajaja my bueno, no es lo mismo acabar en la Pataky que en…., pues ¿sabes qué te digo?, que yo es que soy muy curiosa, igual también pruebo para mi algún cosmético de hombre! , que me puede pasar?? ¿que termine por no poder hacer dos cosas a la vez? jajaja
    Besos
    Tania

  • Parafarmacia La Vega
    Posted 28 November, 2011 9:43 am 0Likes

    Jajajajajajaja!!!!!Buenisimo!
    Para salve un cosmético, yo propongo el gel facial exfoliante para hombre de Lierac.
    Un saludo!
    http://parafarmacialavega.blogspot.com/
    Twitter: @parafarmalavega
    http://www.facebook.com/parafarmacialavega
    (por si decides conciliarte con las redes sociales….)

  • John Queras
    Posted 28 November, 2011 4:41 pm 0Likes

    ¿Habéis salvado ya vuestro cosmético? Hola, Tania: un placer compartir contigo mantel, charla y parecidos más que razonables en el taller de Biotherm.
    Besos.

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