Hay que fijarse bien, pero si prestas un poco de atención podrás saber a qué se dedica una persona basándote en esas pequeñas asimetrías que el trabajo diario provoca en el cuerpo humano. Por ejemplo, si te cruzas por la calle con alguien que tiene un brazo normal y el otro muy parecido en tamaño, fuerza y grosor, que no en color, al del Increíble Hulk, el artista anteriormente conocido como La Masa, podremos deducir sin miedo a equivocarnos que se gana la vida jugando al tenis o que, por lo menos, lo practica asiduamente.


Algo parecido ocurre cuando vemos a un individuo con el brazo derecho completamente blanco y el izquierdo más moreno que Julio Iglesias en pleno agosto. Será taxista, camionero, conductor de autobús u otra profesión que exija pasarse todo el santo día al volante y soltando improperios (que no pienso repetir aquí por hallarnos en horario infantil) por culpa de los atascos, la falta de aparcamiento y esos listillos que gustan de hacer todo tipo de pirulas.

Las uñas de los virtuosos de la guitarra (como ese mito del humor de gracia Juan Luis “Pelazo” Cano) son más largas en un mano que en la otra y los pilotos de Fórmula 1 fortalecen los músculos del cuello hasta tal punto, por eso de las fuerzas G derivadas de las violentas frenadas, que en lugar de colgantes lucen cinturones. Por eso, alcanzar el punto medio aristotélico no es tarea sencilla y la simetría perfecta no existe.
Pues bien, en nuestro mundo pasa exactamente lo mismo. Para descubrir quién es un verdadero beautywarrior y quién un impostor de poca monta o un farsante de última generación, basta con echar un vistazo a sus manos. Me explico. Asistimos a una media de 15 presentaciones semanales, en las que probamos los cosméticos que estarán en el mercado en los próximos meses. Para saber más sobre su textura, su olor, su grado de absorción y si es o no grasa nos aplicamos una lenteja de la crema, el sérum, la emulsión o lo que toque en el dorso de la mano. En mi caso, y como soy zocato cerrado, lo hago en el de la derecha. Y claro, tras más de una década entregado en cuerpo y alma al maravilloso y frívolo universo de la belleza, y tras miles de catas cosméticas all around the world, tengo el dorso de la mano derecha como el de un quinceañero, mientras que el de la izquierda muestra sin reservas que me quedan menos de dos pantallas para adentrarme con orgullo en la cuarentena (que son los nuevos 20, según he leído por ahí). Vamos, una suerte de retrato de Dorian Gray, pero en versión manual. Mientras una se pudre al mismo ritmo que el resto del cuerpo, la otra, sorprendentemente, rejuvenece a marchar forzadas, como si la hubiese metido en la piscina de Cocoon.
Las manos son nuestros mejores bancos de prueba. Por el haz, los cosméticos, y por el envés (léase la muñeca) las fragancias. Y es que, aunque el trabajo no define lo que somos, sí determina lo que parecemos y va dejándonos pequeñas secuelas físicas que, si se saben interpretar correctamente, dan muchas pistas sobre nuestra profesión.
John Queras recomienda cuatro productos, previamente testados en sus propias manos:
Nouveau Cologne de 4711: catada en la ciudad alemana de Colonia, es una esencia fresca y frutal que combina los acordes de grosella negra con las peonías y la calidez de la madera de sándalo con el extracto de evodia, una planta con propiedades equilibrantes, utilizada desde hace siglos en la medicina tradicional china. Cuesta 23 €.
Gel hidratante y refrescante Artic Freeze de Nivea For Men: catado en Madrid, es un gel de textura ligera que se absorbe rápidamente y que no deja sensación grasa en la piel. El extracto de guaraná aporta un extra de energía a los cutis cansados. Cuesta 6 €.
Soin Global Revitalisant de Sisleÿum For Men: catado en París, es un tratamiento nutritivo, hidratante, revitalizante y antiedad. La olivina, una piedra cargada de magnesio, reactiva el metabolismo energético celular y combate el estrés oxidativo. Cuesta 174 €.
Eau de Parfum Neroli Portofino de Tom Ford: catado en los jardines del Hotel Santo Mauro de Madrid, esta reinterpretación de la clásica agua de colonia contiene neroli tunecino, bergamota italiana, limón siciliano, romero y ámbar. Un lujazo para el sentido del olfato. No sé si ya lo he dicho antes, pero amamos a Tom Ford. Cuesta 170 €.

1 Comentarios

  • sirocox
    Posted 11 July, 2011 12:50 am 0Likes

    Pues chico, ya va siendo hora de cambiar de mano.
    Gracias por las ideas.

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