EL SEXO ES BELLO

Hace unos días recibí una llamada muy interesante. Desde Méjico, la directora de belleza del Vogue de aquel país, me pidió que le escribiera un tema sobre el sexo y la salud. Buen tema, me dije y me puse a investigar más allá de los tópicos que ya conocía. He descubierto infinidad de cosas y todas bellas. La que más me ha impresionado, que hacer el amor tres veces a la semana es la terapia antiaging más eficaz que existe.

Así que nada de llevar una vida célibe y monacal para llegar a los 120 años. No, al parecer el orgasmo es un camino mucho más placentero para alcanzar la longevidad lleno de vida. Y no lo digo yo, sino que lo afirma un investigador escocés del Royal Hospital de Edimburgo, llamado David Weeks, en un libro que resume sus experiencias a lo largo de una década llevando a cabo un estudio sobre el sexo y la salud. En “Los secretos de los súper jóvenes”, que así se llama la obra/ensayo, este psicólogo/sexólogo expone las conclusiones de sus investigaciones.

Tras realizar más de 3.500 entrevistas a personas entre los 18 y los 102 (cuyo único factor en común era que parecieran mucho más jóvenes de lo que constaba en su DNI) y pasarles un cuestionario sobre hábitos de vida, los datos fueron muy convincentes: aquellos que tenían un orgasmo al menos tres veces a la semana, estaban más en forma, tenían mejor aspecto y aparentaban un promedio de 10 años menos. ¡Bien! ¿Y por qué? Hay muchas y poderosas explicaciones. Voy por partes. Primero, el orgasmo desata en el organismo un huracán químico que lo llena de endorfinas, las famosas hormonas del bienestar, que nos proporcionan un estado de felicidad transitorio que eleva el umbral del dolor y aumenta las defensas. Según los especialistas, tener un orgasmo es como tomarse dos analgésicos, pero sin los efectos colaterales del ibuprofeno, el ácido acetilsalicílico o el paracetamol. Vamos, que el dolor de cabeza o de espalda se quita… ¡follando!; con lo que algunas y algunos van a tener que ir buscándose otra excusa para no consumar. Hay más, según otros expertos australianos, mantener relaciones sexuales es para los hombres la mejor manera de prevenir el cáncer de próstata, ya que reduce el riesgo de padecerlo en un 30%. Y sigo, según las conclusiones que Manuel Castillo Garzón, catedrático en la Universidad de Granada, expuso en el 3º Congreso de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y longevidad, el sexo alarga la vida. “Es una de las actividades físicas más completas que se pueden practicar”, alega. Y es que al hacer el amor consumimos hasta 400 calorías, movilizamos caderas, glúteos, muslos, brazos, abdominales,… Ninguna plataforma vibratoria ofrece tanto, digo, porque con todo el ajetreo sexual estamos activando la microcirculación, quemando grasa, tonificando músculos y combatiendo la celulitis. Y hay más, los sudores producidos en el fragor del encuentro están cargaditos de sustancias hidratantes y ayudan a la piel a aumentar sus defensas y elasticidad. Así que después del acto, nada de duchas, mejor que la piel absorba el elixir del amor. Además de todas estas bondades físicas, según el investigador alemán Werner Habermehl, las relaciones sexuales regulares aumentan la inteligencia, gracias al incremento de adrenalina y cortisol, estimulantes de la materia gris, “el sexo promueve nuestra capacidad para concentrarnos, alarga nuestro margen de atención y estimula la creatividad y las ideas: en pocas palabras, el sexo te hace más inteligente”. Yo, como quiero ser más lista, más esbelta y llegar a vieja con carita de niña, he hablado seriamente con mi novio sobre nuestro programa de higiene de vida para los próximos 50 años. Tres encuentros íntimos a la semana, como mínimo, que si son más, mejor.