Queridos “Reyes Majos”… Quiero que volváis, por Clara I. Buedo

Con esto de que una ya no tiene 7 años y la magia de estas fechas parece haberse esfumado, mis “Reyes” me los dieron hace cuatro meses. Hay que ver, cómo se pierde el encanto. Quién sería el crápula al que se le ocurrió la genial idea de ir soplando por ahí que los reyes eran los padres… Y el chisme fue rulando, y todos terminamos contagiados del espíritu chivato y no se libró ni el tato. Mi prima me lo dijo a mí, yo a mi hermano, mi hermano a su colega del cole… En fin. Menudo chasco ¡y susto!, desde ese momento me tomé al pie de la letra la noticia y pensé que los reyes de todos ¡eran mis padres! Y lo peor es que a los demás siempre les traían cosas más chulis que a mí…
 La cuestión es que aunque me afanaba en escribir cartas claras y detalladas de todo aquello que quería, siempre a los pies del árbol me encontraba cosas totalmente distintas… Si pedía la Nancy me traían la Barriguitas, si pedía un vestido para la Nancy, un pijama y bragas, que eso siempre era útil. Por eso, y a pesar de que seguro los Reyes ya andan por Albarracín —por lo menos—, quiero hacer un último intento y nuevas peticiones a ver si les pillo benevolentes y acceden a darme estos caprichitos de moda que ahora con todos quiero compartir. Ahí van.

Quiero que los Reyes me traigan esas piezas de joyería étnica que son el colmo de la sutileza y exotismo. No les resultará difícil siendo de Oriente porque allí debe haber un montón de estas bellas y artesanales creaciones. Aunque siempre mi espíritu hippy ha estado latente, desde hace unos años estaba como aletargado, pero ha llegado el momento de que despierte porque la moda de este verano además de boho es multicultural, étnica y artesanal, parece que quiere rescatar la esencia de las culturas más ancestrales y poner al alcance de nuestras manos sus mejores labores.

Vuelve el crochet, el soutache, el shibori, el tie-dye y el batik, todas las técnicas de antaño al servicio de la moda del futuro. Quiero collares persas, indios, árabes, marroquíes… como el de la imagen de la Boutique Majid de Tánger, o joyas otomanas de La Bonne Étoile que además está en Madrid, o malas nepalíes como las preciosas creaciones de Thomas Müler.

Quiero sentir la esencia del mundo, desde Kazajistán hasta Bangladesh, y colgarme por el cuerpo su verdadera idiosincrasia, para comulgar con su filosofía y sus costumbres, y sentirme parte del mundo, de un mundo global pero también tolerante.

Y también quiero algún diseño de Kenzo, uno de mis diseñadores favoritos, porque extrae los atributos más arraigados de su naturaleza nipona para reinterpretarlos y adaptarlos a Occidente, pero siempre mantiene intactos sus códigos. Quiero un vestido de flores, porque este verano la Naturaleza reivindica, y toma el mando, porque si se lo deja a los hombres, terminan acabando con ella…

El verano será bucólico y ensoñador, todo se llenará de flores, hojas, ramas y colores estivales, así que, además de un vestido, quiero este bolso de Miu Miu que anda a medio camino entre las sugerentes creaciones del Art Nouveau y las criaturas de la madre tierra.

Y quiero calzado. El próximo verano el calzado estrella —además de las maxisuelas— serán las sandalias romanas reinterpretadas una vez más. Yo me quedo con una versión más avant-garde como esta de Alejandro Ingelmo, orgánicas, casi aerodinámicas.

Y también quiero flecos. Los flecos van a llenar todo de movimiento este verano, yo los quiero en clave western, o salvaje, a lo Roberto Cavalli, que presentó una colección plagada de este divertido adorno repartido por vestidos, blusas, pantalones, bolsos, collares… Y también me voy a dar al crochet. O ganchillo, que es lo que hacían con suma maestría mi abuela y mi madre.

Quiero un vestido calado y ultra ajustado como el de Peter Dundas para Emilio Pucci, que luego no me podré poner salvo que lleguen los reyes de Enma De Scarada y nos solucione el tema de los flotadores… Cómo me gusta el trabajo que está haciendo este diseñador para la firma italiana. Está recuperando el sex-appeal de la mujer a golpe de escotes, transparencias, cordones y medias largadas; casi no recordaba que un día la mujer vistió así…

Y por último, este año, quiero agradecerlo todo, así que, queridos Reyes Magos, quiero que me traigáis las bonitas tarjetas de Azul Sahara para poder agradecer en clave oriental. Quiero dar gracias por lo que tengo, por lo que logro, por lo que me dan, por lo que soy capaz de conseguir. Gracias por vuestras palabras y comentarios, por vuestra compañía, por compartir vuestras opiniones, críticas y felicitaciones. Gracias, simplemente, por estar ahí. Felices Reyes Majos.