LOS ZUECOS, un puntapié al calzado aburrido, por Clara I. Buedo

Al tintineante paso de cloc cloc cloc ha transcurrido buena parte de mi infancia. Los míos eran azul marino con topos blancos. Encaramarme a aquellas suelas de madera de discutible estética me hacía sentirme como “los mayores”. Ay los mayores… A mis 8 años eran ya mayores los de 15, a los 15 los de 20, a los 20 los de 30, y después perdí la noción del tiempo. Y es que los estudios lo demuestran: los tacones y plataformas son el pedestal de nuestro ego, elevarnos unos centímetros del suelo enaltece nuestra estima y aumenta nuestra seguridad. No en vano, cada día aumenta el número de zapatófilas —que por cierto, Imelda Marcos, ex Primera Dama de Filipinas, ha perdido el primer puesto del ranking disputándoselo por un reñido 3.000 con la cantante Celine Dion—; concretamente en España, las mujeres que más compran este adictivo complemento son las ceutíes, mallorquinas, melillenses, riojanas y valencianas. Ahí queda el dato.

Pero a lo que iba, dentro del prolífico universo del calzado, al imperecedero modelo que hoy quiero rendir pleitesía es al zueco, infalible souvenir de los Países Bajos relegado estos últimos tiempos a los pies de las enfermeras. Esta pieza mítica que data del siglo XIV en cuanto a sus modelos más desarrollados y de moda por una cuestión práctica: era el calzado perfecto para transitar por los húmedos terrenos de Holanda, causó furor en la década de los 70 cuando lo étnico se instaló en buena parte de los armarios y la oda a lo bucólico y multicultural marcaron la estética de la década.

Esta temporada, junto al más refinado estilo seventy de Chloé o el más folk de Kenzo, convive el más genuino de la década forjado a golpe de zuecos y patas de elefante que harán las delicias de los más nostálgicos. Lo boho sigue estando de moda. Y el zueco, que empezó a asomar su puntera en la temporada primavera-verano con las colecciones de Chanel y la vuelta de un clásico en versión ‘eco-friend’: los Swedish Hasbeens, ha terminado dando un puntapié a los zapatos aburridos típicos del invierno porque este jovial modelo viene pisando fuerte para animar las jornadas más grises de la nueva temporada.

Desde la horma clásica a los modelos más innovadores a medio camino entre botín, modelo Oxford y zueco, las firmas exhiben en sus catálogos como mínimo algún ejemplar de estos polémicos chanclos. Con borreguillo por dentro, de ante, cuero o pelo, con estampados o lisos… los hay de todo tipo. Los más fashion añaden unos cuantos centímetros al tacón, y los más cool, retoman el modelo clásico y se transforman en botines, como el modelo de UGG Australia, que está causando furor entre las más avezadas. Quedan perfectos con pantalones de campana y pata de elefante haciendo homenaje al revival de los setenta, con jeans y con pantalones pitillo los modelos más innovadores como el tipo botín y Oxford con cordones, pero también con faldas y vestidos sueltos de aire despreocupado para lograr una imagen más naif.

Sea como fuere, el zueco tiene tanto ventajas como inconvenientes. Aunque a priori no lo parezca, son realmente cómodos, su horma ancha y su peculiar estructura hacen que el pie se explaye en toda su extensión sin llegar a pasar la factura del stiletto. Una de sus mayores desventajas es el ruido que hacen al andar, que si bien cuando era pequeña para mí era el sumun de la coquetería, superada la época teen se convierte en el colmo del bochorno. Calzado polémico donde los haya al que una mitad jura amor imperecedero y la otra mitad odio eterno, con sus defensores y detractores, con toda la corte del prêt-à-porter y demás firmas desde las medias a las masivas elevándolos al Olimpo de las tendencias, lo cierto, es que los zuecos, por mucho que nos pese y con permiso de los neerlandeses, son los reyes del escaparate esta temporada. ¿Te atreves con ellos?