Quizás se deba a mis genes, como bisnieta de un eminente perfumista (del que algún día contaré la historia) me fascina el mundo del perfume y sigo la máxima de “no sin mi fragancia” con tesón y fruición. No hay un solo día que no me envuelva en las notas de mis esencias favoritas; a veces, las uso en solitario; otras, hago una especie de mix aromático, lo que ahora llaman un maridaje olfativo. O lo que es lo mismo, me embadurno al salir de casa con la loción corporal de Eau d’Issey (por cierto, además de su aroma, me tiene subyugada su textura y su poder de nutrición) y luego completo mi atuendo con unas cuantas rociadas del Eau de Serge Lutens.
Soy fresca por naturaleza, para las fragancias también. Además de fresca, soy acuática y persistente. Por eso me gustan las aguas de Miyake y Lutens. Son muy personales, como las fragancias de autor que estoy descubriendo últimamente, lejos de seguir los canales comerciales de la industria, se esfuerzan por ser únicas y originales.

Autor, bajo este nombre se agrupan cocineros, enólogos, músicos, cineastas, dramaturgos… Y narices. No me refiero al apéndice nasal con el que todos nacemos, sino a esas pituitarias privilegiadas capaces de reconocer hasta 3.000 notas distintitas, que distinguen el jazmín de Grasse del de Tarragona como yo diferencio el agua del vino. La mayoría trabajan para grandes centrales, como Gauvidan o Firmenich, que elaboran por encargo de firmas como P&G o L’Oréal fragancias y fragancias que se ajustan a los dictados del marketing con precisión. Son algo así como el prêt à porter de los perfumes. Luego están aquellos que entregan su talento a una casa en particular –por ejemplo Jacques Polge lo hace para Chanel y Jean Claude Ellena para Hermès– e intentan sellar con sus creaciones los valores impuestos por el logo que les paga. Y por último están los independientes, aquellos que buscan hacer lo que les da la gana, sin guiarse por criterios comerciales. Artistas rebeldes que hacen del perfume algo exquisito, piezas nicho cada vez más buscadas. Uno de ellos, Ramón Monegal, afirma que la gente “empieza a estar hasta las narices de oler como todo el mundo y quiere fragancias originales y construidas a su medida” o al menos creadas sin las sinsorgas y las notas sintéticas que utilizan los grandes laboratorios. Son los autores más originales, los que más se aproximan a los alambiques que utilizaban los perfumistas de antaño sin renunciar a la vanguardia de las nuevas tecnologías.
La última colección de perfumes de autor que ha aterrizado en España, avalada por la iniciativa de un alemán, se llama Biehl Parfumkunstwerke.

Su lema “calidad en lugar de cantidad” ya dice mucho de las notas que destilan sus 13 primeras fragancias creadas por cinco hombres y una mujer –entre ellos el padre del impulsor de la idea-. Sus nombres también. Apartándose de los convencionalismos y la cursilería que rodea al universo del perfume, su nomenclatura es tan sencilla como minimalista. Así los creados por Mark Buxton –que por cierto a pesar de fumar es capaz de distinguir solo con olerlas más de 10.000 fragancias- no se llaman “rosas frescas” ni “atraction”. Simplemente se denominan mb01, mb02 y mb03. Los demás artistas de esta galería olfativa siguen el mismo criterio. Arturetto Landi, Egon Oelkers, Geza Schön, Henning Biehl y Patricia Choux, firman sus creaciones con sus iniciales y un número.
Al principio, me pareció un poco de lío, pero luego he comprendido que es una fórmula magistral para no dejarse llevar por la semiología del nombre que le ponen habitualmente a los perfumes. “Si a uno no le gusta el aroma de las rosas y le presentan un perfume que contiene su nombre, lo rechazará antes de olerlo”, la razón expresada por el impulsor de la idea, Throsten Biehl durante la rueda de prensa me convenció. Además, hay que tener en cuenta que esta nueva colección no se venderá en cualquier sitio, no, sólo la podremos adquirir en perfumerías muy especializadas y que cuenten con personal entrenado en el concepto para ayudarnos a elegir mejor. Difícil tarea, por cierto. Yo llevo más de una semana intentando quedarme con uno y aún no he sentenciado con cuál. Otra cosa más que me inspiró buen rollito olfativo desde el principio, el packaging y el logo son clásicos, pero vanguardistas. Sin alharacas ni fuegos artificiales. Sobrios y elegantes. Como los tesoros que esconden en su interior.

2 Comentarios

  • Zaida
    Posted 8 November, 2010 7:27 pm 0Likes

    Ufff, yo llevo un montón intentando encontrar MI perfume. Los acuáticos no me gustan, estoy en la línea de Nu de YSL, que ya no se hace, y ahora me gusta Balenciaga Paris… habrá que investigar esos nuevos y desconocidos perfumes!

  • sirocox
    Posted 9 November, 2010 12:22 am 0Likes

    Está muy interesante tu entrada, pero me temo que como no me toque la primitiva no tendré ni ocasión de olfatearlos.
    Buena semana.

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