Belleza en vano. ¡Quítate del sol! ¡Qué tetorras! No, no, quería decir ¡Quítate del sol, que te torras!, por Juan Luis Cano

El ser humano es muy raro. Vive en la constante insatisfacción. Permanentemente busca y rebusca motivos para alimentar su necesidad de preocupación. Ahora yo, por ejemplo, estoy en la playa estupendamente, pero jodido porque el chiringuito que había el año pasado y que ponía unos bocatas cojonudos, este año no está ¡Coño, no será mejor estar en la playa que en la oficina, haya o no haya chiringuito? Naturalmente, pero yo no hago más que pensar en ello y es que no vivo.

Pero este es un artículo de belleza y esas cosas, así que voy a ello. Lo de la playa no lo he mencionado de forma gratuita con el único fin de causar envidia en el público lector (que también), lo he comentado porque se produce un extraño fenómeno de inconformismo, que es como comenzó este estupendo artículo. La gente caucásica (los blancos para los que no lo hayan entendido) quieren ponerse morenos, porque creen que así estarán más atractivos y los morenitos (los negros del África subsahariana no, que esos ya no pueden hacer nada) huyen del sol como alma que lleva el diablo. Ven un rayo y se esconden porque quieren estar blanquitos ¡Coño, si no eres blanquito, ni blanquita! ¡No vas a estar blanquito, ni blanquita en tu vida! Ya, pero es que no quiero ponerme más oscuro u oscura. Y lo mismo, pero al contrario nos sucede a nosotros los blanquitos o blanquitas ¿Te has dado crema, Mary? Sí, ya, pero es que esa crema que te das tú es como si te rascas, porque es factor 10 y eso es una mierda. Hay que darse, por lo menos, factor 50. Ya, sí ¿Y por qué no me doy engrudo, directamente? Pues es lo que deberías hacer, que con lo del agujero de ozono ahora cada rayo solar es capaz de taladrarte hasta el tuétano.

Los blanquitos quieren estar tostados y los tostaditos quieren estar blancos. No hay quien nos entienda. Somos una especie animal muy estúpida. Seremos mamíferos catarrinos pensantes, pero discurrimos cosas extrañísimas, contradictorias, inexplicables, dependiendo de quién, dónde, cómo y cuándo las pergeñemos. Desde luego dios, si existe, no cayó en eso, por lo tanto un fallo al menos tuvo, (y eso significa que no es todopoderoso) porque para evitar este sufrimiento constante de la insatisfacción nos tenía que haber hecho a todos de una sola raza con un solo tono de piel. Aunque claro, no creo que estén muy de acuerdo los fabricantes de bronceadores o de protectores solares, que siempre han sido muy creyentes.
En fin, que me he mentido en un berenjenal del que no sé salir. Que me dejéis en paz y que os tostéis o que os blanqueéis o que hagáis lo que os venga en gana, que yo soy rosita y no me pongo moreno aunque me ponga al sol veinte días y me da todo igual. Adiós, que me voy a dar un chapuzón. ¡Qué te juegas a que hay medusas?