LOS BOTECITOS DE LOS HOTELES, por JUAN LUIS CANO

Será que los que no somos de familia bien tenemos manías un tanto cutres, pero que llevamos pegadas a la intención sin posibilidad de deshacernos de ellas. Me explico: Del mismo modo que a una madre o abuela de linaje humilde siempre le parecerá que te ha echado poca comida en el plato o excusan al hijo cuando llega con una toña del quince una madrugada, pronunciando a modo de disculpa ajena, la célebre frase “Es que como no está acostumbrao, el chico…”, así caemos una y otra vez en actitudes inexplicables, víctimas de nuestra propia ausencia de rancio abolengo y cometemos acciones tan rastreras como lo es la de llevarnos de los cuartos de baño de los hoteles las botellitas del champú y de gel.
No hay que darle más vueltas. Estoy seguro de que la condesa esa tan rara, que ahora no me sale el nombre… Sí, hombre esa que parece su propia figura de cera, que tiene una cara rarísima y habla como si se estuviera imitando a sí misma… La duquesa de Alba. Ya me he acordado. Pues esa, seguro que no manga las botellitas de gel ¿Por qué? Porque es de rancio abolengo. No creo que nadie llegue a sustraer también las botellitas de crema corporal, porque eso no lo usa ni dios. Realmente las otras tampoco las utiliza casi nadie y mueren en los cajones de nuestro aseo, años después, con los compuestos del potingue separados entre sí, dividiendo el contenido del botecito en dos colores, por un lado el colorante y por otro el propio jabón o la glicerina o lo que sea… En fin, un asco.
El otro día fui a casa de un amigo a cenar y en una de las innumerables veces que visité el cuarto de baño (Sí, yo ya soy también esclavo de los caprichos de mi próstata) vi que tenía en una cestita de mimbre alrededor de treinta botecitos de vivos colores de gel o champú de hotel.
– ¡Joder, Mariano, mira que eres cutre! ¿Te llevas también las toallas?
– No, si es que me vienen muy bien para cuando voy a jugar al tenis y luego en la ducha…
Mira, chaval – pensé – tú lo más parecido a una raqueta que has visto es una paletilla de jamón, que de esas sí que has visto unas cuantas a juzgar por los quintales de grasa que se te han acumulado en la barriga ¡Y esa papada, por dios! ¡Si estás hecho una foca!
Pero lo mío es peor. Reconozco que lo mío es peor. Yo… Bueno no sé si contarlo… La verdad es que… Bueno, lo cuento más adelante.
Ahora quiero decir que también los hay, porque los hay, que no contentos con llevarse las botellitas de los hoteles más o menos buenos, se llevan también esos sobrecitos que son como los de las toallitas de limón que te ponen en las marisquerías, pero que están llenas de gel. Ya sabéis lo que os digo ¿No? Eso te lo ponen en los hoteles chungos. Yo hasta ahí no llego, pero sé que hay gente que sí. Y eso ya es mucho. O sea, llevarse los sobres esos…¡Joooooooder! Pues los hay que sí.
Yo debo reconocer que una vez en un hotel de Barcelona… Bueno no lo voy a contar porque es que es muy fuerte. Ay, es que no sé si contarlo… Bueno, no.